Saltar al contenido

/// Diario de Femijedi ///

Investigación sobre ficción de diario virtual caótica y nómada

Crear nuestra libertad es ejercer tu autonomía

Publicada el 2018/06/02 - 2018/06/04 por Femijedi

La derecha, la institución fagocita nuestras palabras.

El fascismo celebra mientras decimos feminicidio y repite femicidio.

Hay leyes pero no se cumplen.

La justicia del patriarcado no nos representa.

El Estado difícilmente nos represente si no tiene democracia directa.

Entonces, ¿hay que resistir? ¿Cómo? ¿Para qué? ¿A qué?

No, me canso de resistir. Prefiero el riesgo político de crear otras posibilidades para vivir y actuarlo.

Los 3 de junio comenzamos a salir a la calle con las compañeras de la región. Lo seguiremos haciendo porque en la calle construimos nuestra política y con ella no se van a meter. No vamos a permitir que usen a nuestras compañeras ausentes para legitimar sus miserables intenciones fascistas. Los gobiernos lo saben, las derechas lo saben: no tenemos miedo.

Nos tildarán de “ideología de género”, “brujas”, “locas” y “enfermas” y si, estamos llenas de feminismos y transfeminismos que nos contagiamos entre nosotras al ritmo de sus violencias.

//

Los machos matan a una compañera pero todas, todes que estamos vivas y sobrevivimos a lo peor no vamos a caer en las paranoias que ustedes quieren instalar y no: no hay comité radical y comité institucional. Hay quienes transan y quienes no. Y quienes no nos atenemos a las consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales a las que nos expone la violencia de la expulsión al borde y quemar, quemar, quemar, quemar para nos ser carne de cañón de cualquier embajada colonial e imperialista.

No, no estamos a favor de juntar firmas para cadenas perpetuas, penas de muerte, más cárceles y manicomios. NO. No somos punitivistas. ¿Había que legislar? No lo sé. Sin participación real de quienes salen a la calle a protestar no hay legislación representativa. Ya sabemos eso.

 

//

Sin duda, el dilema ético de salir a la calle a plantear nuestra forma de hacer política molesta, jode y jode como jode en la cama, en la casa, en la “familia”, en el “noviazgo” y en el “poliamor”. Jode. Jode ejercer la libertad porque le tenemos miedo. Nos enseñaron a tenerles miedo y suponen que queremos padres y madres que nos cuiden con sus instituciones y no: queremos cambiar la cultura del lugar en el que vivimos porque nos matan nuestras propias “familias” y “amores”.

Hay que dialogar más, siempre, con todas, todes en cada segundo posible para traducir lo que nos pasa y que la cacería del poder mediático, económico, médico, religioso y jurídico quede en evidencia.

Hay que discutir bastante más y profundamente porque ya sabemos que las leyes implican paradojas que siempre excluyen otredades y que cualquier encierro no aporta en nada para crear autonomía en nuestros cuerpos y subjetividades.

Hay que salir de atrás de las pantallas. Facebook no es la calle, no es el encuentro de cuerpos dialogantes, no es actuar. Ya lo sabemos.

Hablemos entre nosotras, nosotres, dialoguemos porque, mientras tanto, las representaciones públicas y reivindicaciones que visibilizan nuestras opresiones son fagocitadas por un “guapo” corrido por derecha por un oligarca fascista y su sumisa de turno.

¿Por qué salir a la calle entonces?

Porque si tocan a une, tocan a todes.

Simple: porque nos matan porque no les tenemos miedo y sabemos poner límites.

Somos sobrevivientes frente a machos que quieren “combatir” la “ideología de género”.

Resta la zorroridad, la deserción de las formas patriarcales y matriarcales introyectadas.

Crear nuestra libertad es ejercer tu autonomía.

 

#Zorroridad

#Transfeminismos

#CulturaLibre

Notas de Buen pasar

Publicada el 2018/04/18 por Femijedi

Revulsión

Traducido de: https://t.me/glowingvinyls/2389

Destruí la superabundancia, hambreá la carne, afeitá el pelo, exponé el hueso, aclará la mente, definí la voluntad, restringí los sentidos, dejá a la familia, matá la infección, vomitá el corazón, olvidate de los muertos, limitá el tiempo, abandoná entretener, negá lo natural, rechazá lo cercano, descartá objetos, olvidá verdades, diseccioná mitos, detené el movimiento, bloqueá impulsos, ahogá quejas, tragá palabras, odiá la alegría, odiá el tacto, odiá la tragedia, odiá la libertad, odiá la constancia, odiá la esperanza, odiá la exaltación, odiá la reproducción, odiá la variedad, odiá la ornamentación, odiá la descarga, odiá descansar, odiá el dulzor, odiá la luz. Es una cuestión de forma tanto como de función. Es un asunto de revulsión.

Elecciones

La naturaleza del estado

Las relaciones interpersonales

El armado de grupos

Las ventajas de la cultura libre

A veces dejo de entender lo que hago. Y sufro, sufro mucho por no saber para qué hago lo que hago. Y no lo quiero hacer, las razones no me alcanzan. Sufro por hacerlo y sufro por no hacerlo.

Pienso que el mundo no tiene sentido.

Pero yo puedo dárselo.

Definir una identidad mía en relación a un mundo de seres.

¿Cómo quiero ser visto? Me pregunto, cuando quizás no hay que actuar desde la imagen, la búsqueda del sentido no me lleva a eso.

Darle algo al mundo, algo como mi identidad, es darlo todo y quedarme sin nada.

El sentido es mio. El mundo es mio. Los seres del mundo solo existen si yo los percibo y los contemplo.

Yo no tengo sentido.

Tecnologías de la Desinformación y la Incomunicación (TDIs)

Un remolino que se te mete abajo de la piel, el poder es de quienes lo toman. Tus neuronas no se conectan solas, alguien las necesita, el biopoder de siempre.

Todavía no llegaron a capturar a toda la humanidad, todavía hay lugar para una inteligencia colectiva que sea reflexiva, una alternativa, una democratización de los algoritmos.

Dejar vivir a la gente a pesar de los algoritmos, algoritmos que incluyan y respeten. El algoritmo patriarcal no podrá someterlo todo.

Cambiar la historia

Inspirado en: https://www.eurozine.com/change-course-human-history/

Nunca existió un estado de naturaleza sin desigualdad. La humanidad nunca estuvo en la naturaleza. Siempre fuimos así, reescribamos la historia, el presente es más de lo mismo.

No hay que inventar una historia, hay que recuperarla, recuperar la tradición nos da fuerza, nos ayuda a organizarnos, habilita la diversidad de una forma que la corrección política nunca podrá.

No la tradición, la experiencia compartida.

No la experiencia, la frustración sostenida.

No la frustración, la vida.

No habitamos el mundo, habitamos a les demás.

Escrachar la heteronorma / Repudiar el fascismo

Publicada el 2018/04/10 - 2018/04/10 por Femijedi

«Pensamos que tenemos más cosas en común que las que tenemos», dijo una amiga, una de esas noches en las que hablamos del movimiento feminista y transfeminista y los problemas a los que nos exponemos todos los días.

¿El movimiento es una secta? ¿Se institucionaliza? ¿Está de moda? ¿Es realmente necesario escrachar la «heteronorma»? ¿Qué implica hoy la apostasía? ¿Por qué la protesta? ¿Volvieron los fascistas?

No, los fascistas siempre estuvieron: nos matan. La respuesta sigue siendo la misma: nos matan.

Pitaremos conspiraciones arañadas de los pelos de la sociedad de la miseria del Río de la Plata. Hay quienes se sacan los ojos por la foto con la pancarta pero nadie quiere hacerse cargo de las manchas de pintura en la Iglesia. Y no, nadie tiene que hacerse cargo porque nos representan a todas, porque representan las disidencias de la república oligárquica, porque los cuerpos anónimos son los más interesantes en las revueltas cuando no devienen sacrificiales. Exponen los restos de lo que queda cuando nos matan y hacen acción directa cuando la realidad nos sobrepasa.

#ConMisHijosNo #NoMeRepresentan

Y no. No queremos a sus «hijos». No pretendan sembrar el fantasma de los dos demonios y las potenciales grietas que se les ocurran para seguir legitimando la lógica patriarcal-capitalista de la competencia. Nadie quiere a sus «hijos», su rosado y celeste y toda su parafernalia de evangelización carismática sostenida en crear una monstruosidad para asustar y castigar las otredades. Nadie va a hacer nada con sus «hijos», de hecho muchas de nosotras no nos reproducimos porque hay demasiadas crías que la «familia» supo tirar a la calle cual cosa que no sirve. 

Nuestro tiempo, el que no depende de las agujas del reloj del tiempo cronológico de las religiones es caótico. Estas semanas he sido nómada entre las dos orillas del Plata, siempre lo fui. Habitar el saqueo en Buenos Aires hace que cada vez deteste más a la política de Macri. No a él, su política. Cabe aclarar porque al fascista le encanta decir estupideces gracias a su nula posibilidad de metaforización que lo sostiene en su burbuja dogmática. Al fascismo sólo se le ocurre ver la realidad a través de los ojos del amigo-enemigo, el fetiche de la evidencia, siempre sabe configurar una «escena del crimen» que lo favorezca. Tan lineal, tan predecible…

Vivir en las fronteras hace que la afectación de tener una triple moneda no pase desapercibida. La performatividad del lenguaje que hace que cada día más gente me diga «muy de izquierda» y Mirtha Legrand como matriarca mediática del Río de La Plata: más de cincuenta años y nadie se pregunta qué implica realmente estar «muy a la izquierda» y porque una mujer así puede seguir trabajando en televisión abierta.

Me pregunto qué querrán decir quienes me tildan de «radical» más allá de que sus privilegios se exponen vulnerados por mi pensamiento filosófico-político y mis prácticas artísticas. La «gente» desea pertenecer a la misma sociedad que la expulsa, desea que su Facebook se llene de «solicitudes de amistad» y «me gusta» de desconocidxs para inflar un imaginario del éxito absolutista del mérito y la gracia mercadotécnica virtual. La servidumbre y sus múltiples formas neoliberales de sumisión no deja de sorprenderme.

¿Se puede salir del juego de la representación política? No, carece de sentido preguntarse eso en esta coyuntura. ¿Representamos ficciones que nos coloca la Iglesia, el Estado y los gobiernos? Si. ¿Acaso no reproducimos esas ficciones cuando los espacios de discusión política -de la índole que sean- son hegemonizados por discursos de cuerpos «blancos», letrados, que sostienen banderas y privilegios burgueses? Si y, por eso, es muy difícil lograr vivir con tranquilidad, trabajo y dignidad en el Conosur.

Esas formas de institucionalización de la política se sostienen en la teatralidad de la exclusión social que la protesta misma pone a jugar en el espacio de lo público cuando se performa. Los bordes, la calle para marchar y la vereda para «transitar». «Transitar» la dramaturgia de una sociedad colonizada: hay un «nosotros» que nos construye como «ellas». «Las radicales, las institucionales, las abolicionistas, las regulacionistas, las ateas, las matriarcales, las latinas, las occidentales, etc.» Todas esas formas de representación que nos impone el proceso de institucionalización de un movimiento feminista y transfeminista que reboza total y completamente cualquier pretensión de someterlo a lógicas de competencia binarias. Nuestras marchas interpelan la «opinión pública» porque este país es muy careta y una denuncia o un escrache importa poco porque lo público y lo común no es considerado parte de lo cotidiano.

La «Suiza de América» resulta ser el país pacato-tapón de los ingleses en el que unas manchas de pintura -que hicieron arte político- generan la censura del arte callejero, mientras los fascistas utilizan la coyuntura para amenazar con denuncias penales y fagocitar la poca legitimidad de la legislatura para jugar con glam al «pegémosle a las feministas y la disidencia sexual» y así bajar línea política regional de derecha la más castrense. Un asco, nausea, nausea, nausea, gastritis-gastitis.

Me pregunto: ¿este territorio va a seguir apostando a callarse, a la servidumbre y la vigilancia, a la limosna y la miseria, a la violencia y el neoliberalismo en su avasallamiento patriarcal de todas nuestras libertades y derechos?

Vienen por todo lo que no represente su «supremacía» porque la anormalidad no es rentable, y nos lo vienen haciendo saber desde siempre. La violencia de la sumisión patriarcal del cilicio, ese juego masoquista legitimado en el marco del Opus Dei, es celebrada con el aplauso, exoneración de impuestos, más pasta base y múltiples prostíbulos de porno canibal. Y objetan consciencia, claro, es la forma legitima que tienen de gobernar nuestra medicina.

Hipócrates se estaría pegando un tiro frente a tanta gente que legitima el discurso de los «varones unidos» recolonizando el «nuevo mundo». Ese delirio místico de la conversión de las almas y la salvación frente a la disidencia sexual sólo ha servido para generar patologías a favor de laboratorios que se mueven al ritmo mercenario del mercado de la salud y legitimar violaciones correctivas. Se sostienen en discriminación, infantilización, expulsión, medicalización, medidas de sujeción física, tortura, encierro, suicidio, muerte. ¿Hay que aclarar más hacia dónde nos lleva delegar la democracia en manos de las empresas de salud de los religiosos capitalistas? Nos lleva hacia la muerte. Nos lleva hacia la disciplina, el control y la vigilancia. Nos lleva a estar dopadas frente a nuestras vidas. Paralizadas sin experimentar un segundo de aire. Nos lleva a «me van a internar», «me voy a internar», «me quiero matar».

No, no le regalo mi derecho a la libertad sobre este y cualquier territorio a quienes pretendan encerrarme donde sea. No. No. No. De lo único que puedo tener alguna certeza es que voy a protestar cuantas veces pueda y lo considere pertinente porque rechazo fervientemente la noción de libre arbitrio y defiendo las diferencias para vivir con más libertad y autonomía. Libertaria y cínica me han empezado a llamar mis amistades, más no anarquista. La igualdad es un camino de búsqueda política que impone la universalidad del sujeto y me oprime todo aquello que pretenda totalizar las formas de existencia que pueden acontecer en mi cuerpo. El devenir-pirata no se elige, es una forma de habitar y crear islas para sobrevivir más libremente. La violencia no es un problema político, el problema político es que los patriarcas fascistas imponen sus violencias sobre las diferencias para acallarlas y reducirlas a los bordes. Nadie elige el borde, nos exponen a los bordes y les queda más cómodo jodernos la vida que bajarse de su cómoda miseria gozosa en someternos, al menos así, «creen» que son «alguien» en su mundo de fantasías religiosas.

La filosofía delirante es patologizada por torta, trava, chongx, bi, inter y un largo etcétera de diferencias que deseo que atomice la lógica binaria hasta que no haya otra posibilidad que cambiar para respetarnos. Que se nombre lo que se silencia hasta que no haya necesidad de nombrar porque construimos un común más vitalista.

Discapacitadas y locas, ese es nuestro estigma. El encierro, la pastilla, el dolor no elegido, la basura cotidiana del burócrata lacayo del médico de turno que atiende al número de cédula en la sala de emergencia para darle la «medicación» frente al sumiso ostracismo del cuerpo que no puede agenciar otras posibilidades de existir con un apoyo social acorde a lo que le sucede a cualquier cuerpo desbordado por la violencia frente a la que sobrevive como puede en un mundo que no eligió.

El cuerpo sordo construido como otredad de un género humano mudo impuesto por el poder de la palabra del discurso médico-jurídico oyente y el trastorno del lenguaje que se impone como solución patológica para la existencia de una subjetividad devenida «pensionista» sin siquiera tener derecho a réplica. Sus diagnósticos nos juzgan las existencias y tenemos miedo a morir en vez de comprender que la muerte es necesaria para que cualquier vida encuentre su sentido.

Nos expulsan hacia las pensiones y nos discriminan todos los días. Usan las patologías como formas de insultos, de la «histérica» a la «bipolar», la «borde», la «psiquiátrica» y es un temor cuando la otra «dejó de tomar las pastillas» en vez de festejar que no las consume más porque ya no las necesita o, simplemente, desea buscar otras alternativas para su cuerpo.

¿Cuántas veces escuchamos realmente? Pocas, demasiado pocas frente a la fuerza mediática del poder fascista que nos enfrenta a tener que recordarles que patriarcas, racistas, inquisidores y colonizadores nazis son ustedes. Poca escucha frente a la realidad de los manicomios abiertos durante ocho años más, las extensiones banales de coberturas de internaciones pagas en los manicomios privados y más, más poder psiquiátrico de consumo de pastillas a disposición de los gobiernos de turno y menos, menos garantías de que la justicia tenga autonomía para la ciudadanía plausible de criminalización de la pobreza de nuestras locuras y la imposición del encierro como único ofrecimiento social para vivir en común.

¿Qué común estamos construyendo? Porque es obvio que la dignidad de una vida no depende de un peritaje médico y el crecimiento del poder médico es responsabilidad de la falta de autonomía y laicidad de la educación pública sexista y racista que permite que los «salvadores» sean quienes dominan el saber iluminista para que el cuerpo siga produciendo más patriarcado-capitalismo.

Y la rareza «a llorar al cuartito», a ser objeto de caza de brujas, de frivolidad y persecución mientras se compran la remera que dice «feminist» y van a couching ontológico para que el eletrochoque entre más suavizado y siga siendo la práctica habitual cuando alguien quiere darse muerte.

Y no, no existe, no tiene sentido la existencia y está bien que sea así. Suicidarte es un delito en una sociedad que prefiere que camines con torturadores a tu lado. Una sociedad tan teatral como pueblo colonial. La razón, la ilustración, la derecha rancia, la promesa progresista del desarrollo que no fue, el outsider de turno y la izquierda quien sabe dónde está. Mientras tanto, mucho discurso capitalista envuelto de snobismo que pretende la estabilidad a costa del encierro perpetuo. Nada más desconcertante que alguien que teja su propio chaleco de fuerza. Siempre vamos a estar en contra de cualquier abrazo de chalecos.

¿Cuántas personas están encerradas hace más de treinta años en instituciones públicas? ¿De qué son cómplices quienes me palmearon en la espalda dándome el «pésame» cuando el movimiento social antimanicomial perdió sus propuestas frente al lobby del poder médico, la religión y los laboratorios? Al menos tuve los ovarios de hacer algo para que no existan más los manicomios. ¿Qué hacen cuando les dicen que sus «hijos-hijas» tienen que «tomar pastillas» porque tienen un «trastorno»? «El psiquiatra le mandó la pastilla». No, no, no, vos se la das, hacete cargo de lo que haces con otra vida que depende de vos por unos años. Me tildan de «ortiba», si decir que cada persona que quiera tener cría debería estudiar seriamente los deberes y derechos que adquiere antes de tomar la decisión de engendrar es meterse con un tabú, entonces soy una ortiba. Los derechos de la niñez no le interesan a ninguna «familia» que tapa sus agujeros reproduciéndose gracias a los mandatos de género. Los abortos clandestinos en nuestro país existen porque un religioso tuvo «ganas» de «objetar consciencia», la otra opción es el abandono de las crías no deseadas o que no se pueden sostener gracias a la precariedad impuesta por el patriarcado-capitalista.

Tanto les interesa la niñez para que no nos metamos, pero no, no nos metemos, nos dedicamos a estudiar e investigar, creamos y escribimos,  denunciamos pederastas y violadores, escribimos leyes, salimos a la calles a protestar, prendemos fuego símbolos dogmáticos, hacemos apostasía de las religiones, huimos de las sectas, hacemos huelgas internacionales y un largo etcétera de prácticas subversivas que no van a lograr comprender porque no les interesan. Los fascistas vienen por todo de lo poco que se pudo construir. De lo poco que se pudo construir. Vienen por nuestras ruinas y la furia creativa brota desde ese dolor frente a la impunidad.

¿Qué fue de los documentos sobre las torturas en los manicomios en las dictaduras? ¿Cuándo van a darnos las cifras reales de las basuras que suceden adentro de los manicomios? ¿Cuándo los van a cerrar y cómo vamos a responsabilizarnos de que las personas encerradas tengan una vida digna en esta sociedad? ¿Por qué siguen insistiendo con que existieron «dictablandas» en algunos momentos de la historia? Jamás un estado de excepción es «blando» y ese fue el primer error de nuestra historiografía, creer que una dictadura puede ser plástica. ¿Qué es lo «blando» en este país: el terrorismo de Estado, la tortura, el encierro, la pedofilia de los curas, la complicidad de los gobiernos? ¿Por qué la libertad no es un problema de discusión política cuando la sociedad opta por olvidar su historia reciente, la más cercana, la cotidiana?

Esta sociedad da vuelta la cara frente a las puertas del Viladerbó y sigue omitiendo la existencia de las Colonias Santin Carlos Rossi y Etchepare. Ahora tienen nombres de centros de «rehabilitación» para «buscar» o «descubrir» quién sabe qué «cura» a la violencia y la pobreza que sume en la decadencia a una sociedad que prefiere lo mortífero de la melancolía de la rotes frente a otros presentes posibles. La patología de la disforia nos persiguey devenimos más trans que nunca porque todas las muertas que siguen silenciadas, porque morir a los cuarenta años es señal de precariedad totalizada.

Y siempre sosteniendo una tecnocracia acorde a la tolerancia neoliberal para gestionar al mejor precio del mercado nuestros dolores de empresarias de nosotras mismas. Todas prostitutas de Internet sin siquiera saber para qué trabajan para una empresa que vende metadatos y premia egos mediante algoritmos. Una sociedad que prefiere reclamar al Estado antes que discutir para qué quiere tener Estado y qué tipo de Estado desea luego de treinta y tres años de una república que sale de un proceso de terrorismo que aún mantiene en condición de desaparición, tortura y encierro a demasiadas memorias compañeras y se niega a hablar de reparaciones reales porque la seduce olvidarse, borrar con eletrochoques lo que no se quiere cambiar: anular, negar la diferencia.

Mañana estaré iré a protestar a un repudio al «fascista». Esa fue la motivación que hace que cuerpos muy diversos puedan caminar al lado y articular sus palabras, sus performatividades disidentes. Y si, las feministas, transfeministas y los putos antipatriarcales somos antifascistas. Las pobres, afros, las migrantes, las originarias y las diversas funcionales también somos antifascistas porque sus colonias son la peor mierda que pudo infectar esta parte del mundo y aún nos siguen jodiendo nuestras vidas, reprimiendo y saqueando todo.

¿Desde cuándo dejamos de desconfiar de las máquinas? Desde que usan trajes con corbatas para reprimir y polleras para decir misas.

La piratería hace que podamos navegar hacia otros horizontes interdimensionales muy distintos de los conocidos y que la hetero y homonorma se diluyan en un caos de subjetividades divergentes que profundizan la autonomía para habitar espacios donde la diferencia no sea oprimida.

Y si, la apostasía es necesaria cuando cualquier secta oprime, es una forma de fuga legitima frente a la totalidad de la violencia patriarcal-capitalista contemporánea. Naturalizar la lógica de cualquier pensamiento religioso es un peligro abismal para cualquier disidencia posible, siempre.

Bánquense el escrache.

#RepudioAlFascismo

#AntiFascista

 

 

 

 

Y arderán todas las iglesias

Publicada el 2018/03/16 por Femijedi
A la memoria de Marielle Franco.
 
///
 
Aclaración: «Ni Mi Riprisintin» y «Con Mis Niñis Ni Si Mitin» abstenerse de entrar a cualquier Noblog, en las redes libres atacamos a los-las trolls fascistas de manual. Recuerden que en las calles cantamos «autodefensa» y no dudamos en ejercerla.
 
///
 
Es difícil escribir. El Diario de Femiyedi se completa con la lectura de quien no tenga pereza a la hora de pensarse. Hoy hablé sobre el dolor. Siempre me pregunto por qué es más fácil apelar a la «garra charrúa» y «aguantar» el dolor que pensar, decir y actuar.
 
¿»Aguantar« qué? ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Actuar qué? ¿Para quién? ¿Para qué?
La duda ejerce una seducción impertinente y, por eso, es necesario escucharla siempre.
 
¿Qué nos duele?
¿De dónde viene el dolor?
¿Es necesario atravesarlo, reprimirlo, destrozarlo, sentirlo, gozarlo, liberarlo, transformarlo, dibujarlo, cantarlo, componerlo, romperlo, transfigurarlo?
 
¿El dolor en qué? En el cuerpo, en la corporalidad.
Hoy, como todos los días en un mundo patriarcal-capitalista, es un día de muerte. 
¿Por qué hoy? 
Porque todos los días nos matan, no importa donde, «siempre» nos matan. 
¿Por qué?
Porque pueden.
 
La muerte es un fantasma que se te pega a la carne cuando vivís con una corporalidad normada por la familia, la iglesia y el Estado como «mujer». 
La muerte es una certeza cuando decidís devenir-mujer y tu política se define, justamente, en performar una no-mujer que se corre de sus privilegios para aprender a escucharse y escuchar lo común.
En esa condición paradojal se nos juega la existencia a las mujeres, lesbianas, trans, intersexuales, travas, bi, varones diversos y toda aquella corporalidad disidente que se autoidentifique como antipatriarcal, feminista, transfeminista, hacktransfeminista.
Pero hacer lo que deseamos no nos mata, nos mata el macho.
La ciudad se convierte en un circuito de vértigo cuando te aturde el miedo y las voces te encierran en la ficción de la mismidad. No hay alma, la culpa es un invento mezquino y el perdón su secuaz parroquial.
 
Me cuesta escribir pero luego de la primera letra ya no sé adonde me llevará mi filosofía o cuando acontecerá la poesía.
La censura ejerce un poder diluyente sobre las letras que hacen que la piratería se transforme en un viaje de ida y mi libertad tome aires frescos.
 
Es lamentable que toda su violencia nos silencie.
Es lamentable que toda su violencia nos acose.
Es lamentable que toda su violencia nos viole.
Es lamentable que toda su violencia nos secuestre.
Es lamentable que toda su violencia nos encierre.
Es lamentable que toda su violencia nos mutile.
Es lamentable que toda su violencia nos discipline.
Es lamentable que toda su violencia nos torture.
Es lamentable que toda su violencia nos explote.
Es lamentable que toda su violencia nos medique.
Es lamentable que toda su violencia nos esclavice.
Es lamentable que toda su violencia nos persiga.
Es lamentable que toda su violencia nos condene.
Es lamentable que toda su violencia nos humille.
Es lamentable que toda su violencia nos controle.
Es lamentable que toda su violencia nos golpee.
Es lamentable que toda su violencia nos asesine.
Es lamentable que el patriarcado exista.
 
Pero más lamentable es que los operadores del patriarcado-capitalista sigan impunes.
Esa impunidad se sostiene en la restauración de repúblicas oligárquicas comandadas por caudillos y gerentes que optan por el silencio frente al terrorismo de Estado.
Esa impunidad se sostiene en las iglesias que predican-cobran en las calles y amenazan con denuncias penales para censurar las prácticas artísticas mientras encubren pederastia.
Esa impunidad se sostiene en instituciones omisas sobre la tortura, encierro, patologización y criminalización de la pobreza que nos imponen.
Esa impunidad se sostiene en la falta de laicidad y autonomía que ni siquiera sostienen los «derechos humanos» tecnócratas que tuercen la balanza para el lado que le convenga al gobierno de turno y sus religiosos.
Esa impunidad se sostiene en el saqueo de los golpes de estado mediáticos, la vida de excepción en una precariedad totalitaria y la necesidad fetichista de «ver para creer».
Esa impunidad se sostiene en corporaciones y transnacionales colonizando todo lo que esté a su alcance al grito de «productividad». Vivir y rendir, el mandato más claro de esta época. Emprender la explotación. Venderse más de lo que ya se vendió.
Esa impunidad se sostiene en la falta de escucha de los gobiernos frente a las calles tomadas de disidencia que defiende su libertad y reclama otros mundos.
Esa impunidad se sostiene en la falacia del «libre arbitrio» para objetar consciencia y pagarle a un gurí por un pete en el parque más próximo.
Esa impunidad se sostiene en la cacería de brujas cotidiana que vivimos por no elegir esta realidad como única forma de existencia posible.
Esa impunidad se sostiene en que nos matan todos los días y es «natural».
 
///
 
¿Natural para quién?
 
///
 
El patriarcado-capitalista es la ideología «natural» para cada «ciudadano» y «ciudadana de bien» que todos los días me juzgan moralmente porque soy «muy de izquierda».
 
Abortar, abortar, abortar.
Abortar la moralidad del bien y del mal es un deseo necesario y vital.
Abortar, abortar, abortar.
 
Abortar lo natural en 
cada médico torturador de duerme en su cama mientras vos seguís buscando pruebas. cada acosador que cierra los ojos en silencio cuando se entera de que fue escrachado.
cada violador que sonríe en la cena familiar al volver de putas.
cada femicida que huye al matar una trava.
cada esclavista que recuerda sus «amigas negras» para ser políticamente correcto.
cada explotador que disfruta contratando migrantes por un menor salario.
cada tecnócrata que aplica un formulario y se va a descansar mientras el golpe se acerca.
cada religioso que «convierte» la «degenerada» y «salva-gana» su «alma» para el «paraíso».
cada secta que celebra su crecimiento para un nuevo idealismo mientras fagocita deseos singulares y aplasta minorías.
cada psiquiatra que goza experimentando con el dolor en busca de «la cura».
cada proxeneta que celebra su machismo viril secuestrando gurisas.
cada religioso y religiosa que prefieren los mitos modernos antes que desear la libertad.
 
///
 
Cura, cura, cura, cura, cura, cura, cura.
Dolor, dolor, dolor, dolor, dolor, dolor,
 
¿Acaso alguien pidió que calmen mi dolor?
¿Acaso yo deseo este dolor?
¿Acaso soy víctima de mis deseos?
No.
No.
No.
 
Cuando somos asesinadas porque odian nuestras corporalidades y formas de existir salgo a la calle a crear prácticas artísticas con lo que siento.
Mi duelo hace mucho tiempo que es público, a mis formas.
 
Elijo y no elijo este dolor.
Elijo este dolor porque deseo existir de otras formas. 
Elijo el dolor de saber que no estoy sola.
Elijo el dolor de asumir las pérdidas. 
Elijo el dolor cuando compongo para aturdir la democracia frente a las ausencias.
Elijo el dolor cuando me emociono en el abrazo de mi no-madre que decide llevar la pancarta feminista, dejar de callar y deviene compañera. 
Elijo el dolor cuando le pongo un preservativo a la cruz de sus rejas.
Elijo saber que la iglesia me odia, que el Estado la protege y que los gobiernos progresistas tienen miedo a asumir los desafíos históricos porque saben que no tienen el poder.
Elijo el dolor de atravesar los conflictos y no tenerles miedo a quienes me detestan.
Elijo la contigencia.
Elijo dudar.
Elijo saber.
 
Y saber siempre duele.
Y saber siempre cansa.
Y saber siempre expone que nada tiene sentido.
Y saber siempre habla cuando todo es enredo.
Y saber siempre dice que sos sola pero podés elegir no estar sola.
Y saber siempre muestra que la competencia es un juego mimético.
Y saber siempre organiza las letras para que no aturdan el pensamiento.
Y saber siempre reclama más saber.
Y saber siempre requiere tomar distancia.
Y saber siempre implica no gustar.
Y saber siempre demanda no dormir.
Y saber siempre lleva a desear.
Porque saber siempre aclara que el sentido depende de la vibración en cada cuerpo.
Porque saber siempre hace audible una caída.
 
Elijo el dolor de crear mi política y no saber hacia donde irá.
Elijo el riesgo de saber que no sé y deseo saber todo.
Elijo decirle basta a las certezas mono y politeístas porque la historia ha demostrado que la lógica binaria es la disputa infantil del amigo-enemigo y, simplemente, sirve para las máquinas de guerra del macho y la sumisa resentida.
No deseo el matriarcado porque detesto el teísmo, su parentesco y me dan asco las  hermandades. «Hermanas», así se llaman en las iglesias a las burócratas sumisas. Templos de todos los colores, templos al fin. Territorio, colonización, represión y templos: institucionalización.
 
Elijo el dolor de saberme censurada porque celebro mi felicidad cada vez que puedo. Vi la puerta de la iglesia cerrarse y me emocioné. Vi las manchas de pintura y las aplaudo porque simbolizan la sangre de todas las mujeres, lesbianas, transgénero, travestis, afrodescendientes, diversas funcionales, migrantes, bisexuales, intersexuales, indígenes y originarias, de todas nosotras, nosotres, las pobres que el patriarcado-capitalista mata todos los días.
 
Elijo el dolor de recordar las pérdidas todos los días para ratificar el saber ácido de mi gastritis-gastitis que se funde con las marcas de la violencia patriarcal-capitalista y transfigura mi cuerpo animal de zorra, perra, yegua.
Las cicatrices se vuelven plásticas, la piel de la serpiente celebra su color violeta tomando cada rincón de las ciudades del mundo y se detiene el tiempo. Cambia la historia, la escriben sus protagonistas mientras los religiosos orquestan el teatro de la república y pretenden instalar el miedo y su maravillosamente burdo «divide y reinarás». Las palabras del diablo inventado, del hereje separatista que se pudrió de que no se escuche su apostasía.
Paramos el mundo, protestamos y ejercemos la apostasía en todos los rincones del planeta.
 
Sus psiquiatras podrán decirnos «masoquistas» pero, en todo el mundo, nosotras, nosotres, estamos orgullosamente locas de joderles la existencia cada día, cada segundo hasta que asuman su derrota política.

Aunque nos violenten y amenacen.

Aunque nos intervengan las comunicaciones.
Aunque envíen «inteligencia» a perseguirnos.
Aunque suban fotos a sus empresas para lincharnos.
Aunque nos insulten y salgan a la calle a provocarnos.
Aunque intenten imponernos sus lógicas de competencia.
Aunque celebren la censura y criminalicen nuestras acciones. 
Aunque pretendan imponernos su «tolerancia» e implanten la paranoia.
Aunque sigan creyendo que pueden tomar decisiones sobre nuestros cuerpos.
 
 
El gusto habla de la estética de las existencias y algunas, algunes, devenimos, no deseamos controlar, desarmamos cada recoveco de disciplina porque su control es castrante y no somos sus histéricas.
Y si, nos pueden seguir llamando brujas. Mi cuerpo dice «rare» y no me importa quien lo lea, siempre me asquearon las pretensiones didácticas de las vanguardias y las firmas son la marca de la autoría capitalista.
Algunas contestamos nuestro nombre y decidimos las ficciones que queremos actuar.
Algunes celebramos la estética de lo peor porque desde esos restos y desechos pensamos lo común, actuamos el porvenir y hacemos música para vivir. 
 
¿Quién dijo que nos interesa agradar?
¿Quién dijo que nuestro dolor es universal?
¿Quién dijo que es necesaria una ficción del feminismo, transfeminismo, hacktransfeminismo seductora para el patriarca mercantil y su servil sumisa?
No interesa agradar porque no interesa pertenecer al canibalismo que erotiza al macho y evangeliza. 
 
Elijo el dolor del saber para denunciar, protestar, decir, crear.
Acciono contra el demagogo fascista que nos mata y toda aquella que se calla mirando para el costado o se ríe porque no comprende lo personal como político.
 
Nos mata sin fronteras, nos mata porque puede y, aunque nos sigan matando, vamos a seguir haciendo política, nuestra política.
Disguste a quien disguste.
 
No tenemos miedo porque sabemos lo que podemos.
No tenemos miedo y nadie nos va a callar.
No tenemos ni deseamos mártires, las muertas por sus lógicas sacrificiales resuenan en cada mujer, lesbiana, trava y disidencia que desee prender fuego todas sus iglesias.

¿Qué diario? ¿Quién es Femiyedi?

Publicada el 2018/02/28 por Femijedi

Con el telón de fondo de una suerte de institucionalización de nuestros feminismos al ritmo de transe catártico de la cumbia afectada por el hecho político de ser cantada por Natalia Oreiro -la paquita de Yuya, la Cenicienta-MuñecaBrava, la de la moda de «Las Oreiro» y la beneficencia caritativa de Unicef-, continúa la avanzada fascista en el Río de la Plata. Tengo prácticas internacionalistas e interdimensionales, obviamente poco me importan las fronteras, crecer en los márgenes permite la duda y si no sospecho de la realidad me aburro.

Claramente, la mística y religiosidad sincrética de los Latin American Studies y todo el tufo a centro-periferia-desarrollo coopta nuestra tercera ola feminista haciendo replantearnos el para qué, porque siempre la pregunta es sobre el para qué, en cada momento histórico, para qué noción de potencia, para qué noción de subversión los cuerpos se mueven, ¿hacia dónde?, ¿para qué la «marea feminista»?.

La pregunta sobre los por qué -en mi caso- es muy simple de responder: por mayor y mejor libertad y diferencias. Muchas, muchas diferencias. Soy libertaria, es lo único que puedo afirmar luego de 33 años de huir de todas las estructuras religiosas de la índole que sean, confesionales o seculares y progresistas, de hombres y mujeres. Binarias y aburridas. La puesta en escena de la monja o el cura junto al rebaño y cantar, cantar, cantar con la guitarra y las manos agarradas me deprime.

No soy moderna pero fui hija de una generación que lo fue. Esa generación tiene el poder. El gobierno lo gestiona -como puede y puede poco- un partido progresista al que no se puede decir demasiado más exponer el hecho de que no ha estado a la altura de las posibilidades que le brindó la democracia representativa para transformar la realidad como en algún momento deseaba teniendo las mayorías parlamentarias para hacerlo.

No se le puede demandar la revolución a quien nunca deseo ese camino. La revolución es una ficción que no me interesa. Tampoco es algo que se demande. Menos aún se puede pretender que en medio de la crisis global del patriarcado-imperial-capitalista hagan algo distinto a administrar lo que hay e intentar mantener estable el país que opta por el olvido frente a la impunidad. Hay que denunciar la impunidad del Estado cuando nos violenta y dejar de demandarle lo que nunca tuvo como horizonte porque no lo elegimos. Hay que metaforizar otros Estados posibles.

Utopía, Tomás Moro. Novela que sería interesante que Hollywood llevara a pantalla, sólo por el hecho de difundir quién era ese señor y por qué escribía lo que escribía. Una biopic pomposa no vendría mal para transparentar un poco de ese sueño americano y latinoamericano que se cuela por todos los rincones al ritmo de la mística de rituales conservadores y místicas paganas.

¿Por qué no vemos lo transparente?

Porque es necesario pertenecer. Pertenecer a algo, a alguien, a alguienes -comunidad, colectiva, colectivo, referencia, secta, séquito, pares, dirigencia, etc. Siempre nos permite vivir con una estabilidad complaciente porque sabemos que alguien «nos necesita» y «está». Nos da goce la dependencia porque estabiliza cierta identidad de víctimas del patriarcado-imperialista-capitalista y así podemos construir nuestras falacias lógicas con apelaciones a citas de autoridad cuando no sabemos argumentar, tenemos miedo a imaginar y sólo podemos depositar en otro  cuerpos todos nuestros fantasmas, inseguridades y paranoias. Claro, como no ser paranoicas si nos matan. Justamente, nos matan porque somos paranoicas entre nosotras, entre las disidencias y no nos sabemos escuchar ni mirar corriéndonos de los privilegios que circulan en la ciudad. Ocupamos el lugar que desean que bailemos en la danza sumisa de la hegemonía cultural.

Basta con recordar a Marcelo Tinelli diciendo Ni Una Menos, basta con mirar el cumpleaños de 15 de su hija menor en Youtube y ver el despliegue de la niñez transformada en ícono adolescente al mejor estilo Disney. La consagración del sueño latinoamericano del éxito -macho y hembra que representan la absoluta transparencia de la violencia sostenida en el más profundo egoísmo ético- es responsable de la legitimidad, en términos de difusión pública, de los disparates de la cumbia “En la catrera” de la ex-playboy Mónica Farro, él le abrió la pantalla, él hizo que la escuchen.

Si, acceder a la televisión es importante políticamente.

Recuerdo sus peleas mediáticas con Claudia Fernández, recuerdo que estos cuerpos tienen hegemonizados los medios de comunicación sostenidos en la impunidad de la imagen pornográfica estupidizadora de la pantalla, medio de consumo cultural más importante del Cono Sur. El espacio público usurpado por la derecha. La posición de sumisión frente a la pantalla, la información creada para controlar la mirada y llevar la percepción y acción al estado más pasivo posible.

Mi mirada y escucha no dejan de hacerme sentir asco -mi gastritis obviamente se profundiza con los años- al realizar análisis de contenido televisivo en prime time. Hacer filosofía sobre las visualidades contemporáneas implica “consumir” lo que otros dicen que es “popular” porque, justamente, a esos otros les interesa que eso siga siendo “popular” para hegemonizar y decir que existe otra “cultura” que es “alta” y “mejor” y no, no es la del cante ni la de la villa.

Trabajo en el campo académico y artístico, la lógica del mercado meritócrata en la época de las empresas de datos es viscosa y, por eso, mi supuesto saber hace que mi fin justifique los medios frente a tanto poder para divulgar lo que no tiene sentido callar.

Soy cínica, si. Muy, cada día más. Cínica, nómada, caótica y libertaria. Frente al macho maquiavélica. Todo eso y mucho más. Loca, muy, siempre, hasta que se convierte en música y la libero. Deseo vivir de mis prácticas artísticas y filosóficas y por eso me declaré públicamente artista en huelga desde hace más de un año.

Es digno y no me importa lo que piensen de mi los “sí mismos”. Me aturden los “sí mismos”, la mismidad me asfixia. Dijeron “mujer” y todo se complicó. Frente al “pijismo” y “conchismo” soy hacker, pirata, mala, sucia y degenerada. Muy. Sobreviví tanto que poco me importan las luchas de egos porque no legitimo la mente, el alma ni nada que implique fetiche y pretenda ordenar mi locura.

Nunca transparento mis decisiones electorales ni me caso con ninguna comunidad, no sucede. Me gusta como habito los espacios. Soy indisciplinada, me voy de los espacios que me oprimen, a veces me despido, a veces no, mato vínculos, los dejo morir y reivindico mi derecho a ser la atea del lugar. Me expulsan en el mismo momento que me autoexcluyo. Por cautela, por lejanía, porque no postergo mis procesos por nada ni nadie. La que necesita irse, mover el cuerpo y desterritorializar frente a la posibilidad de burocratización de las formas.

Mi obsesión por la ética y la política en la estética de mi existencia me lleva a lugares inesperados de deconstrucción y declosión que hacen percibir en las manchas y los sonidos la bruma espesa de los discursos ideológicos y los aparatos de saber se erigen en pompas de jabón que siempre están llenas de espuma. Cuando explotan es porque chocan con las esculturas las encuadran. Esculturas, íconos, disfraces, performance, política.

La ideología es como el jabón líquido del cine que nunca sale y siempre te deja las manos sucias con la promesa de que la próxima vez vas a poder higienizarte mejor y cuidar tu salud si pagas una entrada más cara y así explotan mejor a las trabajadoras de la limpieza.

Las retinas filosóficas son filosas, dolorosas, solitarias y gozosas porque aunque los ojos se cansan, al menos, las manos teclean palabras que se componen para decir algo de mi historia y que no la cuenta otro. No me gusta la representación ni la ilusión del control.

Analizo según el momento histórico y el horizonte de posibilidades de acontecimientos políticos que logro inteligir con arreglo a deseos mutantes y desobedientes en el marco de una percepción “trastornada”.

A veces soy tan desobediente que me encuentran apoyando las que elijen o no vender sus prácticas sexuales y, al mismo tiempo, mediando para que otras comprendan que la autoconciencia no es imponible, respeten y acompañen procesos.

///

¿Y mis deseos?

Mis deseos se diluyen junto a la música que compongo e interpreto.

Los actúo y mutan todo el tiempo.

Desarmo los laberintos de mi locura sin lastimar a nadie y suenan, suenan fuerte.

///

Suelen criticarme porque escribo en “primera persona”. ¿Qué tipo de ficción esperan de mi? Lo personal es político, lo íntimo, lo privado y lo público son construcciones sociales del represor, del que define un género, del que patologiza y encierra. Denuncio las convenciones y las vuelvo plásticas hasta que se vuelven en contra de quien me dominaba.

El día que las transfeministas claudiquemos de la creación y el testimonio va a ser el día en que cada disidencia de la tierra pueda ejercer su libertad sin que una mayoría, del orden que sea, la aplaste. Si sabremos las que hacemos posporno sobre estigmas. Estamos demasiado lejos de eso, más de seis mil años del monoteísmo hegemónico lo explican, aún más años de politeismo imperial lo promueven. No soy teísta. Atea, sucia y molesta. Somos infinitesimalmente minúsculas en el universo.

En la época del Bosón de Higgs devenido en discurso empredorista fetichizado en la partícula de Dios, me reclaman que sea alguien que no soy. Demandan que represente y no, me niego a que me dirijan. Parece que no se entiende que realizo prácticas artísticas y filosóficas que son actos de apostasía públicos contra todos los amos y amas. Lo binario me sofoca, anclarme y estabilizar mi erótica me parece castrante. Y si, soy bien fumeta y pajera. La culpa y el pecado original someten los cuerpos a las peores manifestaciones de putrefacción de la sexualidad.

Me muevo sola porque soy sola y me elijo así. Pero lo común es un problema moral y para criticar morales hay que saber de ética. Y la ética es actos que escriben múltiples registros de nuestra existencia, la ética es singular.

No demanden que escriba desde otro lugar que no sea desde el ye, no el je francés, sino el ye, de Femijedi que se pronuncia Femiyedi como reapropiación sudaca y contestación a toda lengua de ciencia ficción. Me gusta lo geek como buena nerd que soy.

Mi ficción la construye ese ye y esta es una ficción de diario, una novela interdimensional, una poesía alegre, una molestia para el canon, el límite que el crítico no entiende y necesita encasillar.

No quiero competir, desde la escuela me oprime la disciplina de la norma, desde el ballet me oprime la disciplina de la blanca-flaca-rubia-princesa que debe ser idiota y hay que acosar o casar-cazar. Barbie sólo es interesante si se rebela contra la empresa que la fabrica. Barbie es todas las modelos. Y repito, la demagogia del fetiche me produce más gastritis.

Hubo momentos en los que me sentí expulsada. Un profesor de filosofía era catequista y me producía tanta violencia que como acto de rebeldía usé pantalones durante un invierno para prender fuego todas las polleras. Y ahí, las mujeres comenzamos a no pasar frío y usar lo que deseábamos. ¿En dónde? En la educación pública del interior con resabios de dictadura uniformada, en empresas educativas misioneras que abiertamente violan la laicidad todos los días y persiguen docentes. Claro, son evidentes las razones por las que no tengo trabajo en este país a no ser que lo autogestione o sea precarizado. La transfeminista loca que quiere democracia directa, cerrar cárceles y manicomios y expropiar todo lo que se roban las iglesias y corporaciones es el enemigo. Es mucho, es “muy de izquierda, demasiado” diría Mirtha Legrand, me lo han dicho tantas veces… Otra de mis figuras políticas preferidas para el análisis de prime time.

Pero no, mirar la televisión es muy popu.

Hay que mirar Internet, es la moda, es hipster, es lo que hay que hacer para ser parte, pertenecer, pertenencia, propiedad.

¿Y qué son las computadoras y los celulares sino máquinas?

¿Y desde cuándo confiamos en algunas máquinas y en otras no?

Yo no confío en ninguna máquina porque no elegí este cuerpo protésico.

Internet está hegemonizada por empresas que moldean la vida, nos gobiernan y oprimen. Los medios de comunicación todos están en la misma situación.

Me preocupa el mundo porque todo el mundo trabaja gratis para estas empresas y poco le importa. Lo importante es trabajar ocho horas esclavas en el encierro y llegar a la vivienda para seguir trabajando con el celular y la computadora para que el ángulo de la cara salga más sexy y conseguir que los “me gusta” se multipliquen y la burbuja sea más apta para reconfortar tanta inseguridad que es el caldo de cultivo de trolls -humanos y algorítmicos- que sostienen campañas políticas continua. Masas y necesidad de pastores informáticos.

Si, todo eso, grande e infinitamente inabarcable. Todo eso sin pretensión de universalidad. Todo eso global que me oprime. Todo eso que reafirma que las fronteras simbólicas y geográficas no son más que culturas ancladas a un territorio y la cultura no es más que eso, cristalización de costumbre que deviene ley, que deviene un nueva utopía.

Y yo no, no soy contractualista porque los mitos de origen siempre hablan del bien y del mal y animan cualquier cosa con tal de no asumir el sin sentido de la existencia.

La “humanidad” necesita fetiches y a mi me divierte más compartir mi vida con gatites.

Hoy la mujer que decidió que naciera y me crío me dijo: sólo tenés libros e instrumentos. Si, no tengo otro patrimonio. Patrimonio, museo, galería, exposición, colección, muerte, obra encerrada, muerte. Le respondí que me daban alas para poder escribir mis libros, componer mi música y nos reímos. Hablamos de la libertad.

El orgullo de la locura y la pobreza -lejos de las posiciones melancólicas y románticas irresponsables de regodeo en el dolor de lo roto- hace que siempre juegue con mi memoria para recordar de donde proviene cada una de las marcas de mi cuerpo y hacer con ellas lo que deseo.

La clase, la clase, la clase. La etnia mezclada, mestiza, robusta de molestias constestarias -desde los márgenes del margen- se lee por los amos y las amas como provocadora y violenta, es cómoda la discriminación por capacidad, color, lugar de nacimiento, genitalidad, goce y patologizar todo lo posible así la tapita de Coca-Cola se destapa en el cumpleaños familiar y la benzodiazepina se dirigiere más rápido y todos felices. Secreto de familia, secreto de hermandad.

Mi cuerpo no es mi territorio, mi cuerpo es la soberanía de mi subjetividad actuando y bailando entre excepciones. No quiero anclar mi cuerpo a una identidad que lo territorialice porque deseo dudar, elijo dudar.

Entonces no soy referente de nadie, no soy obsecuente con las sectas. Y no, no soy representante de nada porque nunca deseo hablar en nombre de nadie más que de mi, ye.

Femiyedi se dirige a un no-auditorio, compone su música para los oídos que la puedan escuchar y los que no que quieran que sigan, como cuando tocaba campanas en la calle y me ignoraban o insultaban diciendo feminazi. Sigan. Crucen la calle. No voy a respetar a quien no merece respeto. No soy liberal, no soy tolerante.

Sigan. Sigan las que hacen la peor música del Río de la Plata para que la cultura coital siga siendo la pedagogía que le permite a los narcos matar mulas y a los presidenciables vender escors y misses. Sigan hegemonizando todo. Las monjas de izquierda también crucen de vereda. Ni socialismo, ni comunismo, ni anarquismo. No me interesan los ismos porque mi cuerpo se siente encerrado en las estructuras viejas y empieza el dolor y cuando gozo el dolor cuando lo deseo, cuando lo elijo. Soy hedonista. Cuando no tuviste para comer aprendes lo que es el placer y nada tiene que ver con la competencia del consumo, su dinero, su mérito, su reconocimiento y aceptación. La marca del hambre es como la del manicomio, es deseable recordarla para saber de dónde se viene y qué fue lo que no se supo y adelantarse a la mimesis, a la repetición.

Y soy tan cínica que los machos-progres no saben como acercarse porque la mítica de la bruja los intimida. Y no soy bruja. Se acercan los antipatriarcas cansados de la demanda de ser el “revolucionario” y jugar al “hombre nuevo” porque ser Abraham, Cristo y todos los mártires oprimen sus cuerpos y son los que golpean-golpearon a las mujeres de sus manadas que los desearon o no, los que les dicen marikas cuando no compiten y les dan asco los videos clandestinos que exponen a las gurisas como trofeos a usar y desechar.

Tan cínica que siempre hay mujeres -de derecha e izquierdas- que prefieren depositar sus fantasmas en mi antes de dar discusiones políticas serias porque “nos matan”. Justamente por eso es tiempo de discusiones serias y menos reuniones de camarillas conspiratorias que ni siquiera asumen el arte de la confabulación política dignamente porque eso les hace «perder» su preciada instantaneidad pero reclaman presencia con disciplina castrense sabiendo que todas cumplimos dobles y triples jornadas. Parecería que lo personal no es político para todas. Habría entonces un nuevo margen de expulsadas por la consolidación de estructuras que fueron criticadas hasta el hartazgo pero ante la necesidad de masividad es necesario -para algunas- controlar.

Y nos matan porque no pueden ni desean hacer otra cosa. Pero ¿quién elije convertirse en femicida, ser lacayo de narcos sin siquiera llegar a la adultez, matar y suicidarse? Cadena perpetua. Cadena perpetua grita el tirano desde la pantalla de la cadena televisiva regional y golpista. Cadena perpetua y los militares impunes otra vez a la calle. Cadena perpetua y “el Guapo” -macho golpeador público- habla de causal por violación y femicidio.

El dilema de la ley: cristalizar la norma que se erige porque nos matan. Cristalizar que esta sociedad es cada día más decadente, obsecuente y sumisa. Cristalizar algo que deriva en el cárcel y manicomio. Erigir el psicópata, el trastornado, el loquito y el “negro” que se sostiene por los “planes sociales” para crear el escenario del saqueo mientras tomamos mates mirando “Está boca es mía” y Victoria Rodríguez sigue jugando a la neutralidad valorativa.

Claro, yo me retiro de los lugares que me oprimen, pero la gurisa que escucha el reguetón que suena en Radio Disney va a sacar la entrada para ver/escuchar a Osuna y Criminal se consagra como himno de la transparencia latinoamericana que vende todas las entradas en el país con transporte a precios europeos y feminización de la pobreza constante.

Agro, agro, agro. Agro premoderno de trabajo infantil, zafra de putas y golpes de trata. Agro de Asociación y Federación Rural “autoconvocada” para reclamar porque somos el almacén de materias primas del mundo. Claro, el puerto de esclavas y genocidas que celebra todo tipo de matadero y encierro. Todo tipo de domesticación y docilidad al ritmo de las propagandas de créditos.

Y no, no soy latinoamericanista, no me interesa la autoctonía y el sincretismo me parece infame porque no reduzco los problemas geopolíticos a donde están parados mis pies hoy, es una mirada absolutamente reduccionista y complaciente, es mágica.

Sororidad. Una gran compañera tiene tatuada esa palabra en su brazo. Sororidad que cuestiono cada vez que pienso en las olas y los peligros del aburguesamiento y burocratización territorial de los movimientos y sigo viendo como las mafias de machos y hembras celebran que sigamos legitimándolos como amos al colocarnos en el lugar de esclavas. Sororidad que se cae al piso y se defonda políticamente cuando se aplica un feministómetro a la que está sentada al lado, piensa diferente, no desea pertenecer a nada y sólo reivindica el respeto.

 

///

Autocrítica necesaria.

Autocrítica subversiva.

De la que duele.

De la que requiere distancia física.

De la que se vive con distancia emotiva.

Corte. / Distancia. / Corte. / Dejar morir. / Irse. / Desterritorializar.

Tomar decisiones de repliegue y autocuidado.

Siempre.

Autonomía.

Autonomía.

Autonomía para todas las músicas.

///

 

Rechazo, rechazo profundo a toda ficción de hermandad y matriarcado.

Rechazo profundo a toda ficción sostenida en la genitalidad de un cuerpo que no eligió existir.

Rechazo a todo vómito miedoso-melódico de no ser aceptada.

Rechazo a todo mantra de coaching ontológico o autoctonía chamánica.

Rechazo profundo al politeísmo tanto como al monoteísmo.

Rechazo a toda teología política impuesta por quien sea.

Rechazo al aparato sin importar su color.

Rechazo al aparato. 

Rechazo al número, al demasiado, mayorías, demasiadas.

¿Qué tiene de interesante representar lo radical cuando esa es la demanda constante de quien se pretende amo para legitimarse como tirano?

Y me alivia, me alivia tanto que las malesas silvestres brotemos como hongos que infectan las pantallas de lectores y lectoras complacientes.

Enredaderas y telas de araña psicodélicas que no serán inteligibles para cuerpos perezosos y, menos aún, para rebaños patriarcales o matriarcales que buscan paz en las estructuras de los curas y pastores y encuentran soluciones mágicas en las brujas.

Rechazo al éxito del producto.

No me interesa agradar, nunca me interesó.

Jodansé, bánquensela.

Y, si lo desean, duden. En la puerta de la Iglesia me encontrarán tocando, actuando para crear arte y traducir algo de una filosofía política que deviene autónoma rechazando las pedagogías de todas las sectas místicas contemporáneas y sus empresas tercerizadas locales y rosadas.

¿Quién es la mujer trabajadora?

Publicada el 2018/02/15 por Femijedi

A primera vista parece que la palabra “Mujer” es un significante vacío y una subjetividad política muy difícil de comprender en nuestros días. ¿Quién es la “Mujer”?

 

///

 

¿Quiénes nos reunimos autónomamente en las calles en Asambleas donde cada quien puede participar con su saber -autoidentificándose como desea- para organizar un paro activo de todo el día que reivindique nuestro día como trabajadoras remuneradas y no remuneradas? ¿A quién representan las mujeres, lesbianas, travas, trans, intersexuales y bisexuales que nos reunimos en las plazas? ¿Quién son estas locas? Pero, ¿quién es esa mujer trabajadora?

 

///

Breves notas sobre algunas de las «mujeres» con las que me encuentro, recuerdo e imagino…

 

La mujer trabajadora es la cuidadora de la adultez mayor que se vio expuesta a años de trabajo esclavo con informalidad y aportes mínimos para terminar sus años en algún hospital público que la vulnera sus derechos y le ofrece una atención infame como si fuera un favor.

La mujer trabajadora es la desocupada que no pudo terminar de estudiar porque no hay acompañamientos sociales ni reparaciones dignas para las víctimas de acosos, maltratos, violaciones y feminicidios.

La mujer trabajadora es la loca que no pudo terminar de estudiar ni puede trabajar porque la torturaron en el manicomio en la dictadura y la llevaron en trata a otro país con militares pero no hay pruebas para hacer justicia porque los machos aprendieron a prenderlas fuego antes de 1984.

La mujer trabajadora es la que estudia en base de becas pero se encuentra desocupada porque en su país su trabajo no se considera necesario como para pagarle lo que realmente le corresponde sin abdicar de su ética.

La mujer trabajadora es la niña cansada de que la digan autista cuando su autismo es la mejor forma de hacer con su locura frente a los dispositivos disciplinantes de la educación que pretende normalizar su existencia.

La mujer trabajadora es la que se posterga porque se hace cargo sola de su cría luego de que un macho desaparece y no se hace responsable de su “error” y el aborto no existía.

La mujer trabajadora es la afrodescendiente desocupada que tiene que estar pendiente de que salga algún llamado público con acciones afirmativas para poder concursar con ciertas garantías porque la gente blanca es racista.

La mujer trabajadora es la migrante desocupada que trabaja sexualmente para pagarse los estudios habitando posiciones de servidumbre festejando ser empresaria de si misma.

La mujer trabajadora es la mujer en silla de ruedas que todos los días es infantilizada y asexualizada para ser parte de los juegos de poder de madres axficiantes que aún creen que su hija es un castigo divino.

La mujer trabajadora es la que elige putear y ser independiente mientras la casada la juzga desde la posición de privilegio que le otorga el contrato sexual judeo-cristiano.

La mujer trabajadora es la niña abusada a la que nadie le cree porque en la familia se guardan secretos que, con suerte, sólo se dicen cuando el macho se muere.

La mujer trabajadora es la mujer que tiene un consumo problemático de sustancias porque se odia ya que su familia la maltrató toda la vida y cayó las violaciones que sufrió por miedo.

La mujer trabajadora es de nuestro pueblo originario que sigue luchando para que todos los cuerpos llenos de lo peor del colonialismo no le recuerden el dolor del genocidio.

La mujer trabajadora es la transexual que quiere estudiar y trabajar pero tiene que trabajar sexualmente porque sus familias la expulsó y todo el mundo la discrimina.

La mujer trabajadora es la trava portadora que sale de la cana y necesita que la salud sea un derecho integral y que dejen de pensar “que se joda por puta”.

La mujer trabajadora es la travesti que no quiere definir su identidad de género porque comprende que la fluidez y se enfrenta a la estabilización identitaria que le ofrece la intervención de la medicina y la tecnología.

La mujer trabajadora es el varón trans discriminado en su familia, tratado como marimacho que se expone a las violaciones correctivas de los machos y la violencia psiquiátrica.

La mujer trabajadora es la niña a la que sólo se enseña a cuidar y ser sumisa frente a los hombres «porque pueden abusarse» pero las “madres” las entregan en sociedad a la caza de un macho en los cumpleaños de quince.

La mujer trabajadora es la amante que dejó de esperar que “él cambie” y se dio cuenta de que no tienen que jugar los teatros que le impone un hombre para sostener un harén que de manera snob llama «poliamor».

La mujer trabajadora es la mujer que practica el amor libre pero que tiene claro cuando el machoprogre no puede sostener vínculos sin imponer sus privilegios y sólo se dedica a decir que “es abierto” y “se está deconstruyendo” pero la acosa por Internet, la subestima explicándole qué cree que es el feminismo y le tiene miedo porque si la sigue molestando lo va a denunciar y escrachar.

La mujer trabajadora es la madre que se endeuda para hacer una fiesta religiosa de entrega de niñas y cosifica a su cría depositando en ella sus deseos frustrados.

La mujer trabajadora es la bisexual cansada de que todo el mundo piense que le gustan las orgías, que no siente y a la que todo el mundo le reclama que estabilice su deseo según una identidad de género.

La mujer trabajadora es la lesbiana cuya subjetividad no legitima la categoría mujer y se define políticamente como no-mujer.

La mujer trabajadora es la que se autogestiona y trabaja cooperativamente porque está cansada de los saqueos del neoliberalismo.

La mujer trabajadora es la mula que cae presa porque en el barrio no hay otra opción para poder sobrevivir y que coman las crías.

La mujer trabajadora es la que adopta una cría porque se da cuenta de que están institucionalizadas como consecuencia de la naturalización del abandono patriarcal.

La mujer trabajadora es la que se cansa de ir al manicomio a buscar las pastillas porque entiende que ya nada tiene sentido, ya ni puede decir qué es lo que le causa dolor porque su potencia cognitiva está dopada y termina cortándose el cuerpo para encontrar un punto de fuga de la patología por unos instantes.

La mujer trabajadora es la trabajadora independiente que está cansada de que nombren como artesanía su arte para pagarle menos mientras los hombres exponen sus obras en galerías y reciben premios.

La mujer trabajadora es la adulta mayor en el geriátrico que es víctima de abusos para sacarles dinero y sus familias las depositan como si fueran una cosa a quitarse de arriba.

La mujer trabajadora es la que sacó la cuenta de que le pagarían más si se prostituyera porque no le pagan lo que corresponde y los orificios de su cuerpo se cotizan más que su saber como ser.

La mujer trabajadora es la que continúa en un partido político porque no le quiere regalar la democracia representativa a la oligarquía tan fácilmente y sufre la violencia patriarcal de lo electoral.

La mujer trabajadora es la de frontera que habla varias lenguas y que su vida se construye sin una identidad nacional ya que tiene claro que vive en un país colonial y no legitima los bordes de los territorios.

La mujer trabajadora es la estudiante acosada sexualmente por un docente que ejerce su poder para construir una discípula dependiente que lo adule.

La mujer trabajadora es la que denuncia a la Iglesia y la acusa sin pedirle permiso a nadie mientras la opinión pública sale a preocuparse por el daño a la propiedad privada y el judeo-cristianismo multiplica su campaña de evangelización construyendo la imagen y la narrativa de las “brujas feminazis” de la “ideología de género” que “vienen por nuestros niños”.

La mujer trabajadora es la que trata de ir a tomar mates en la casa de alguna vecina para salir de los gritos de todos los días cuando puede porque aún no se anima a denunciar porque no tiene trabajo ni adonde ir con sus crías.

La mujer trabajadora es la que vive en algún refugio porque no tiene dientes y toma una medicación muy fuerte que no le permite sostener trabajos porque ya está cansada de vivir así y no hay sociedad que desee acompañar su proceso integrándola.

La mujer trabajadora es la que mendiga una moneda porque si no consume no sabe como vivir pero aún la sostiene algún delirio frente a la inexistencia de posibilidades dignas ya que la sociedad la ignora.

La mujer trabajadora es la que va a pedir una prestación social y un tecnócrata la controla aplicándole formularios para una «contraprestación» cuando el Estado viola sistemáticamente sus derechos humanos más básicos y no le ofrece posibilidades reales.

La mujer trabajadora es a la que le imponen el cuidado de su familia cuando esa misma familia fue la que la violentó toda la vida y la sociedad le reclama sumisión frente a esas personas porque hay una moral judeo-cristiana que sostener.

La mujer trabajadora es la que se dio cuenta de que el hecho de que un hombre le diga “sólo la puntita” en una violencia en la práctica sexual porque significa que están a punto de violarla y frivolizar su derecho a una salud sexual y reproductiva digna.

La mujer trabajadora es la que está presa porque cometió un error gracias a la vulnerabilidad a la que la expuso la violencia de la situación de pobreza por generaciones.

La mujer trabajadora es que se va del país porque no encuentra trabajo y se expone a la precarización laboral migrante en otros lugares donde la reconocen únicamente como sudaca.

La mujer trabajadora es la abuela que cuida y sostiene económicamente crías porque la hija no puede sola con todo y el “padre” desapareció.

La mujer trabajadora es la que no tiene casa, vive de prestado porque tampoco tiene garantía y no sabe adonde se va a mudar próximamente y la inestabilidad habitacional la desborda porque todxs necesitamos la tranquilidad de un refugio.

La mujer trabajadora es el “puto-marika” que es tratado como “minita” porque no quiere seguir reproduciendo la masculinidad hegemónica pero que siempre tiene miedo de que algún macho lo viole para “enderesarlo”.

La mujer trabajadora es la sindicalista que acosan sexualmente, humillan, gritan e insultan o usan de mano de obra barata algunos hombres que se apropian de los logros políticos de su acción.

La mujer trabajadora es la que lucha por abortos legales y dignos porque la información no llega al barrio y las adolescentes se reproducen porque es lo que “hacen las mujeres” según dice la Iglesia pentecostal de la zona.

La mujer trabajadora son las ocho travestis que murieron por los travesticidios que aún siguen sin justicia.

La mujer trabajadora es la que tiene triple jornada laboral que no es remunerada porque todavía seguimos sin comprender que lo personal es político y que nadie elige nacer en un sistema en que se vive para trabajar en vez de trabajar para vivir.

La mujer trabajadora son todas las gurisas y mujeres desaparecidas que aún no sabemos dónde están.

La mujer trabajadora es la que sostiene una jornada laboral triple y siempre tiene menos ocio que cualquier hombre.

La mujer trabajadora es la loca internada a la que le hacen eletroshocks para calmar la «patología» de su «trastorno mental» con altas dosis de pastillas, encierro y torturas. Las lobotomizadas de las que no se habla nunca porque se prefiere ver como zombies para cuidar las «buenas costumbres».

La mujer trabajadora es la primera que se queda sin trabajo cuando el patriarcado-capitalista se encuentra en crisis económica: feminización de la pobreza.

La mujer trabajadora es la autónoma que se va de todos los espacios que la oprimen cuando se convierten en sectas evangelizantes porque no le interesan las religiones y reivindica su singularidad.

La mujer trabajadora sale a la calle a hacer sus prácticas artísticas y políticas sin pedirle permiso a nadie.

La mujer trabajadora es la que denuncia a los pederastas.

La mujer trabajadora es la que detesta los comités centrales.

La mujer trabajadora es la que detesta los «Pitos de Oro» y las “Concha de Plata”.

La mujer trabajadora es la apóstata de todos los mono y politeísmos.

La mujer trabajadora está en contra de todo fetichismo que se sostenga sobre ella.

Esa mujer expone la disidencia y no se agota en ninguna central obrera.

Esa mujer trabajadora y todas las que te puedas imaginar somos vos y yo,

solas y libres.

Memoria para el sindicalismo patriarcal

Publicada el 2018/02/08 - 2018/02/08 por Femijedi

La historia de organización de las mujeres contra el patriarcado-capitalista tal como lo concebimos hoy la escribieron nuestras compañeras arrancó hace tantos años antes de Cristo (si, Cristo) que es bastante difícil comprender que podemos circunscribirla a una única fecha exacta.

Si bien contemporáneamente le dicen Día Internacional de la Mujer debido a la decisión de la Organización de las Naciones Unidas de institucionalizar la conmemoración el año 1975, el 8 de marzo conmemora la lucha internacional de las mujeres por su participación política en igualdad con los hombres reconocidas como parte de la sociedad. La conmemoración comenzó a realizarse el 19 de marzo de 1911 en Europa y se fue extendiendo a nuestro continente.

En 1972 -mientras en Uruguay vivíamos Medidas Prontas de Seguridad, es decir, un estado de excepción-, la Asamblea General de las Naciones Unidad declaró al año 1975 como Año Internacional de la Mujer. En 1977 se exhortó a los Estados a conmemorar un día como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.

 

///

 

El 7 de febrero el Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT propuso públicamente un paro de 18hs. a 22hs. para este 8 de marzo de 2018.

El PIT-CNT es la central de trabajadoras y trabajadores de nuestro país con reconocimiento por parte de las patronales para negociar nuestras condiciones laborales. Sin embargo, en lugar de apoyar y convocar a un paro de mujeres de 24 horas acompañando y potenciando los espacios de las bases sindicales para que las mujeres y disidencias puedan sentirse representadas, decide dar a conocer públicamente la postura de su dirigencia en relación a una marcha. Es decir, una manifestación pública. A eso reduce el PIT-CNT el movimiento Paro Internacional de Mujeres.

En primer lugar, se trata de una estrategia de invisibilización de un movimiento internacionalista de mujeres por parte de las dirigencias locales y un evidente intento por institucionalizar una acción política de un movimiento feminista que se niega a legitimar esa forma de organización porque la siente opresiva gracias, justamente, a la política patriarcal que ejerce esa dirigencia que habla. Es decir, no nos interesan los aparatos ni sus formas.

El PIT-CNT coloca en el mismo nivel de discusión política la movilización del 8 de marzo “convocada por muchas organizaciones de mujeres” que “la discusión generada a raíz del movimiento de los productores autoconvocados” y “la propuesta de recolección de firmas para derogar la Ley de Riego”. Este pronunciamiento público es peligrosamente conservador e importante.

Para el PIT-CNT -colectivo sindical con estatutos vetustos, dirigencias sindicales burocráticas y prácticas misóginas que se mantienen en secreto aunque fueron observadas por la mismísima Organización Internacional del Trabajo- nuestra lucha está al mismo nivel que la disputa con los oligarcas agropecuarios y los problemas que genera un gobierno cuando viola la Constitución desconociendo los plesbicitos. Para el PIT-CNT nuestra lucha está al mismo nivel que cualquier pelea del establishment de machos que se la mide políticamente todos los días en los medios de comunicación que sostienen el cerco mediático que a nosotras nos invisibiliza.

Para el PIT-CNT nuestra lucha es un tema más y lo único que preocupa es “la marcha”. La procesión, el ritual.

Los “compañeros” exponen abiertamente lo poco que importa nuestra realidad política y sólo se representan a sí mismos. Esto lo podemos comprender como lo que me gusta llamar “la transparencia de los machos-progres”.

Persisten en no cambiar y menos en hacer el ejercicio de autocrítica y reparación histórica de las violencias que sufrimos gracias a sus construcciones patriarcales y malas lecturas políticas del capitalismo que sólo han llevado a la situaciones de feminización de la pobreza, precarización laboral y criminalización de la protesta social frente a la que estamos. Siguen invisibilizando nuestros trabajos no remunerados, es decir, nuestra doble o triple jornada laboral y multiplican las formas de violencia institucional desde donde y cada vez que pueden.

Los “machos-progres” aún no comprenden que su política nos oprime y violenta ya que la moral que sostiene el capitalismo es el patriarcado religioso que están reproduciendo.

Aún niegan que las mujeres y todas las disidencias nos movilizamos sin pedirle permiso a nadie no sólo cuando nos matan, sino también cuando nos reprimen, nos acosan, nos violan, nos desaparecen o nos encierran. Más de 200.000 mujeres se encontraron en la calle en el año 2017 -acontece nuestro Paro Internacional de Mujeres- y se movilizaron más de 50 países en debate y coordinación permanente desde octubre de 2016 para hacer frente a este tipo de política. No estamos desorganizadas y no se imaginan cómo es nuestra política. Nosotras les estamos poniendo un freno a los hombres. Nosotras ponemos un freno a la avanzada del saqueo neoliberal que llevan adelante las peores oligarquías fascistas en todo el mundo saliendo a denunciar como se sostiene este sistema patriarcal-capitalista que nos carcome los huesos seamos en cualquier parte del mundo. “Machos-progres” ubíquense un poco. Si fuera por sus violencias seguiríamos calladas adulando sus egos y convirtiéndonos en el futuro cuadro político a cooptar por la “vía húmeda” de turno. “Machos-progres” no sean caretas. Conocemos esta historia porque es la misma que vivieron cientos de costureras en 1857 cuando que trabajaban para la Lower East Side en Nueva York y reclamaron una jornada laboral de 10 horas porque trabajan más de 12 al día y tenían salarios totalmente sumergidos. Siempre nuestros salarios son menores a los de los señores y la respuesta para aquellas compañeras fue la misma que es hoy para nosotras: policía de algún tipo. En 1905 15.000 trabajadoras marcharon nuevamente para exigir un recorte del horario laboral, mejores salarios, el derecho al voto y el fin del trabajo infantil. Si fuera por los dirigentes la niñez seguiría siendo esclavizada y en varios países aún continúa está realidad sosteniendo aquellos galpones de trabajo infantil.

Nosotras somos aquellas rusas que el 8 de marzo de 1917 frente a los 2 millones de soldados rusos muertos en la guerra decidimos para declararnos en huelga en demanda de “pan y paz”. Cuatro días después el Zar se vio obligado a abdicar y el gobierno provisional concedió a las mujeres el derecho de voto. Nosotras somos las que en 2011 cumplimos más de 100 años de lucha organizada y sin tregua. Nosotras inventamos la huelga de sexo porque sabemos quién pretende ejercer poder en el sobre nuestros cuerpos. Nosotras somos las que delincuentes que abortamos.

Nuestra lucha internacional no arranca ayer. En una región que se construyó como puerto de mujeres violaciones, saqueos, genocidios y esclavitud, nuestra lucha arranca con aquella primera mujer violada en alguna parte del mundo. Nuestra lucha arranca con la primera vez en que nos violentaron porque lo personal es político.

Las reivindicaciones de garantías civiles básicas para votar en la democracia representativa vuelve hoy -cual brujería feminista- cuando exigimos garantías básicas para poder ejercer nuestro derecho constitucional de huelga y protesta social.

Nuestras denuncias siguen hasta el día de hoy cada vez que salimos a la calle cuando sucede un feminicidio a manos de los hijos sanos del patriarcado-capitalista. Siguen siendo vigentes hoy cuando no tenemos derechos sociales con garantías reales porque el aborto no es legal y sólo se tutelado por el Estado exponiéndonos a “objetores de conciencia” que mercantilizan nuestro derecho a la salud pública gratuita y laica. Siguen hoy cuando nuestras familias religiosas nos golpean y expulsan de las viviendas al grito de degeneradas cuando decidimos ser lesbianas o bisexuales y/o queremos habitar nuestra identidad de transgénero. Son vigentes cuando intervienen nuestros cuerpos para que las vaginas se vean como ese pene atrofiado que desean que sea y así los psiquiatras nos piensan incestuosas, celosas, envidiosas. Así los misóginos por excelencia pueden experimentar con sus descargas eléctricas -por las que cobran un dinero extra- sobre las muñecas medicadas por sus laboratorios. Siguen juzgándonos sus jueces, sus torturadores siguen libres y aún seguimos en duelo por los cuerpos de las desaparecidas en la última dictadura que la mayoría conservadora decidió olvidar con su voto cómplice del último terrorismo fascista. Aún seguimos defendiendo y creando nuestros derechos a base de denuncias y movilización social porque la violencia de los machistas aún siguen sin cambiar porque no lo desean.

Pero el PIT-CNT oculta nuestra historia y se limita a plantear un paro de mínimas horas para que “las mujeres puedan ir a la marcha”. ¿Para que puedan ir a la marcha? ¿Acaso no estamos llamando a realizar un paro todo el día? ¿Sus mártires pesan más políticamente que la muerte de nuestras compañeras? ¿Significan mejor la opresión que todas nuestras cadenas? No, claro que no.

Lo que sucede es simple: para ellos nuestra lucha no es un tema más de la agenda. Eso es un problema. Parece que no entendieron por dónde pasa la discusión política que plantea un movimiento internacionalista que acontece como es el Paro Internacional de Mujeres. Nos cansaron y no los aguantamos más porque no somos ni vanguardia ni mártires para sostener sus teatros políticos. Nunca lo fuimos.

¿Pero qué es lo peor? Los “machos-progres” agregan que “como PIT-CNT queremos llevar mucha gente a esa movilización”. ¿Llevar? ¿Cual ovejas, ganado al matadero? Mis disculpas a las ovejas, si hay cosas de las que nos damos cuenta las corporalidades disidentes es que la lucha es antiespecista porque es ética y es contra la cosificación propia de las ansias de consumo.

¿Llevar adónde? ¿Acaso piensan que lo único que sucede en el país es lo que acontece en la calle principal de la capital? ¿Acaso piensan que una marcha va a cambiar el rumbo de una historia de que la nos ocultan de manera infantil para no perder el protagonismo? ¿Acaso piensan que el único trabajo que existe es el que ellos reconocen?

Pero todo puede ser peor, aclaran: “la convocatoria es tanto a mujeres como hombres” porque “para nosotros no es un tema de mujeres/hombres, el PIT-CNT adhiere a las reivindicaciones del programa del 8 de marzo pasado y no vamos a hacer esa distinción”. Evidentemente, es una lectura política patriarcal pero es la que prima. Grave error. Grave. Creen que les estamos pidiendo “permiso” para parar y se contentan con “regalarnos” unas horas de garantías de paro para realizar una marcha de la que, obviamente, quieren llevarse el logro político invisibilizando las diferencias identitarias que nosotras hacemos públicas y, justamente, son la razón por la que paramos. Paramos porque creen, son religiosos, es decir, fetichistas y nosotras somos apóstatas de todas las Iglesias. Somos las internacionalistas y serlo es criticar y accionar a nivel internacional contra del sujeto universal que sostienen los patriarcas excluyéndonos y expropiando nuestras vidas. El internacionalismo del PIT-CNT se agota en lo que deciden los comités de dirigentes de las centrales de trabajadores.

Por eso decidimos organizarnos en la calle y en las bases de nuestros sindicatos en asambleas sin varones: este Paro es nuestro, también le estamos parando a ese dirigente sindical que ya no nos representa y nos regala una agenda rosada por el día de la mujer. Le paramos al que quiere que nos quedemos calladas mientras nos explotan y violentan todos los días pero nos “da” unas horas de paro para movilizarnos en un gesto infantilizante de “vayan a hacer su circo y compartan una tajada de lo que se logre que papá las cuida”. No, machos, no va por ahí la discusión. Ese nivel es políticamente superficial.

¿Qué hace el PIT-CNT todo el año cuando no podemos participar en nuestros sindicatos porque nos violentan y nadie nos escucha porque somos “mujeres” o estamos “tercerizadas”? Nada. No podemos organizarnos en nuestros trabajos y nadie nos representa. Ubíquense, hacen todo lo posible para que no podamos sostener los espacios de participación mixtos porque no ceden nada, no cambian. Entonces también le estamos parando al PIT-CNT por no reconocer nuestro trabajo informal y no remunerado dignamente y pretender apropiarse de una acción de nuestro movimiento para usarnos de mano de obra barata con ansias de ser la portada del diario de mañana. Nos somos las trastornadas que pretenden construir, no somos las presas que pretenden estigmatizar.

Nuestra disputa es mucho más profunda -de corto, mediano y largo plazo- y nuestras formas organizativas no son las que los hombres conocen y legitiman. ¿Nos interesa que nos legitime el PIT-CNT? No. Nos interesa que nos de las garantías de las que tenemos derecho a gozar cuando decidimos parar porque nuestros reclamos son legítimos y estamos ejerciendo un derecho constitucional por estar afiliadas a los sindicatos que también son nuestros. No somos la capacidad logística que utilizan para sostener sus estrados, ni su mano de obra barata ni vamos a permitir que nos exploten en ningún lado.

Nosotras armamos nuestras comisiones de género y trabajo tercerizado. Nosotras fuimos y somos las primeras en nombrar la precariedad de este sistema. Nosotras juntamos firmas para echar las dirigencias cuando se vuelven amarillas. Nosotras denuncias en los diarios a las dirigencias y argumentamos la paridad en todos los espacios. Nosotras nos encontramos en la calle tomando facultades y plazas para conocernos, escucharnos y organizarnos. Nosotras tomamos la calle cuando nos matan. Nosotras sostenemos a otras -abuelas, madres, hijas, hermanas, tías, primas, cuñadas, nueras, novias- cuando los machos de las familias pacatas las abusan sexualmente y violan. Nosotras nos organizamos cuando alguna no tiene qué comer. Nosotras cuidamos a las crías, adultas mayores y diversas funcionalmente cuando ustedes huyen de las responsabilidades y pagan lo mínimo para lo mínimo y consumen, consumen, consumen. Nosotras tenemos las peores jubilaciones. Nosotras no tenemos viviendas pero somos las primeras en cooperativisarnos. Nosotras tenemos trabajos informales y armamos trueques con nuestros saberes. Nosotras terminamos trabajando como putas sin desearlo y no juzgamos moralmente a la otra cuando decide hacerlo porque respetamos su autonomía. Nosotras escrachamos a los machos que nos secuestran y nos convierten en las mulas de sus redes de trata para aprender a ser sicarios o paramilitares mientras ustedes se masturban con los videos y las fotos de nuestras muertes y restos. Ustedes festejan el canal de porno y el prostíbulo que protege al cliente. Ustedes siguen en silencio y compran la pistola. Nosotras no.

Al menos si van a salir a hablar al espacio público tengan argumentos menos hipócritas y miren a sus compañeras con más respeto cuando se las vuelvan a cruzar porque no están solas y no las van a poder volver a maltratar.

Nos interesa que toda la ciudadanía escuche y se rompa el silencio que sostienen los privilegios machistas y fascistas que se reproducen todos los días. Nosotras exigimos libertad y dignidad y no somos ni débiles ni ilusas, no somos lo que quieren que seamos ni seremos la imagen que construyen mediática y públicamente de nosotras.

Parece que la lectura política de la dirigencia sindical es bastante religiosa y está muy lejos de ser compañera. Parece que los señores nos están diciendo que quieren que siga habiendo patriarcado-capitalista por mucho rato.

Nos organizamos en la calle porque no queremos aparatos de nadie. Nos cansamos porque nuestra disputa no es bélica, no es competitiva, no es por la foto, no es por la nota, no es por la cara en la pantalla, no es por el estrado, no es por el orden de la aparición, no es por dónde empieza o dónde termina una marcha. Nosotras paramos por demasiadas cosas que los hombres ni siquiera se imaginan. Nuestro paro plantea un problema político porque tiene que ver con nuestra ética y eso se expone en nuestras decisiones y prácticas políticas cotidianas. La marcha será un acontecimiento y tiene la misma importancia que todos los años: es nuestro día, es el día de la internacional de la mujer trabajadora. Este 8 de marzo será un paro de mujeres y disidencias activo en todo el mundo, volveremos a parar el mundo y, para eso, no le pedimos permiso a nadie. Somos y vamos a ser quienes deseemos. Les guste o no. Lo acepten o no. Recuerden que el PIT-CNT no les pertenece, no sean tan patriarcas-capitalistas.

Del mercado del arte y sugerencias literarias

Publicada el 2018/01/31 - 2018/01/31 por Femijedi

Hace unos días hice un post en una red social para la que intento trabajar poco. El post decía lo siguiente: “Al menos a 530 personas les «gusta» esto. En vez de preguntarse qué lee Roberto Suárez, ¿nadie se pregunta qué hace Suárez laburando con Itaú? El arte y las financieras con sus fundaciones…” y luego anexaba un link a la mencionada sugerencia literaria.

Este post generó comentarios de intelectuales y artistas con argumentos diversos.

Siento un poco paranoicos los comentarios, a veces la hipótesis patriarcal se cuela tanto que se empieza a ver como enemiga a quien no lo es.

Eso reafirma varios puntos:

es muy difícil hablar de los artistas adultos en Uruguay

es muy fácil oponerse a una artista joven y mujer en Uruguay

es muy difícil hablar de políticas culturales en Uruguay

es muy fácil olvidar que esos agujeros siguen existiendo porque no proponemos nada

es aún más fácil plantear que es un problema complejo y, por ende, invisibilizarlo

Todo esto se agudiza si la artista también es artivista, si públicamente es hacktransfeminista antimanicomial, habla de autonomía y hace “cosas contra la Iglesia”.

 

¡Que vaya a trabajar esa bruja!

 

La defensa del arte mártir no me interesa: Suárez es un colega respetable, con una interesante trayectoria independiente, docente y artista cuya obra -en general- me gusta y voy a ver. No hay que agradecerle a un artista porque trabaje, lo hace como otra persona cocina y ese es su arte. Seguir sosteniendo que las personas que hacemos arte creamos algo maravilloso digno de reconocimiento es desconocer que todas las prácticas humanas que generan plusvalía son dignas de reconocimiento monetario. ¿Por qué? Porque Suárez es un trabajador, como yo, como todas, todes.

Habiendo dado cuenta de estas condiciones se comprende perfectamente que, como trabajadora de la cultura -al igual que Suárez- no estoy realizando un juzgamiento moral contra Suárez, sino que estoy planteando una discusión política que trasciende a su persona. Lo que se pone en evidencia es que el mercado del arte opera de formas insospechadas y, disculpen, pero nadie va a reprimir mis sospechas.

Lo que estoy señalando es lo que dice fielmente el post que realicé. Analisémoslo:

“Al menos a 530 personas les «gusta» esto”: 530 personas estuvieron pendientes de la fanspage de un banco y clickearon un post afirmando virtualmente -supongo que no son trolls porque son identificables- que les “gustó”. También hay algo del orden de “esto” en mi frase, una cosa, una nota de prensa de la parte cultural de un banco, un recorte de prensa, una sugerencia literaria, un banco que tiene una fundación que financia a artistas y muestras. Un metadato, un número transparente.

“En vez de preguntarse qué lee Roberto Suárez, ¿nadie se pregunta qué hace Suárez laburando con Itaú?”: no me interesa qué lee todo el mundo. Que alguien recomiende un libro en una página web de un banco significa que, al menos, tiene diálogo con el banco. No deseo hablar con quienes me saquean y oprimen, no tanto. Ya es bastante que tengamos que soportar que controlen todos nuestros movimientos monetarios en un mundo que sostienen por lavado de activos, trata, porno, armas, fármacos, encierro y especulación. No, es demasiado gore.

¿Suárez, la víctima, es empujado a laburar con Itaú? Puede ser, pero no construyamos mártires del arte.

Las prácticas artísticas no tienen nada que ver con el romanticismo melancólico de la clase letrada elitista uruguaya que accede a las obras de teatro y películas de Suárez regodeándose en cierta nostálgia de la Suiza de América que desea un Linch a la uruguaya. Basta con recordar la última gran obra de la cultural oficial en la que el actor participó y fijarse cuanto salía la entrada para darse cuenta de quienes pueden acceder a su arte, más allá de sus clases municipales. No seamos caretas. Suárez es un artista «popular» entre alguna gente que ha trabaja con él y está en el campo de las artes, lo conoce como docente o lo ha visto en pantalla y me parece muy bien que así sea, pero si su «reconocimiento» pasa por la «popularización» de sus sugerencias literarias tenemos un problema. Si depende de ser la cara de un banco hay un problema evidente. Suárez también es un jugador de fútbol santificado como el mejor que expone la erótica del patriarca-capitalista en su mayor expresión hasta la mordida: imagen, competencia, ficción (recuerdo tanta filosofía sobre fútbol y teatro que las nociones no dejan de acechar esta escritura y, aún así, haré el ejercicio de traducir algo de ellas). Hiparquía y Diógenes haciendo posporno en el medio del ágora, que bella imagen. Platón mirando desde lejos con asco. Aristóteles diciendo: déjenme dirigir la puesta en escena a mi. Nietzsche, Adorno y la música han sabido decir demasiadas críticas sobre el montaje colonial. Desconocerlo es optar por el espíritu absoluto y hay que hacerse cargo de las consecuencias…

¿Acaso hay políticas culturales dignas que le permitan tener el “reconocimiento” que «merece» como para “vivir de su arte” libremente? No, no las hay para nadie.

En un país que es un Estado tapón inventado por los ingleses, ¿hasta cuándo vamos a jugar con las caretas del amo? Nosotras no, menos nosotres.

¿Es necesario el reconocimiento? Si, las mujeres, las travas, las tortas, las bi, las inter, las discas, las locas, las trans, las negras y todo el putismo no patriarcal tenemos muy en claro que se nos juega cuando el amo no nos reconoce en lo más mínimo porque nos violentan todos los días de las formas más brutales y sofisticadas. ¿Será por eso que no podemos estudiar artes? ¿Será por eso que no podemos vivir de lo que deseamos? ¿Será por eso que seguimos sosteniendo el mundo feliz de los machos progres de manera silenciosa? ¿Este es un problema del Estado? Si, si tuviéramos un Estado con democracia directa real y ciudadanías integrales quizá no estaríamos viviendo en la república de los suicidas.

Hoy en el mundo es un problema político decir algo que no sea adulación sobre los actores. Todas las artistas feministas nos vemos expuestas a esto, es un problema cuestionar a quienes -como nosotras, nosotres- exponen sus cuerpos a construir ficciones. Es un problema visibilizar que su política nos violenta.

¿Acaso un actor letrado no puede darse cuenta de que está trabajando para un banco? ¿Acaso un artista no puede darse cuenta de que no debería legitimar esa forma de producción del arte porque sostiene lo peor del patriarcado-capitalista? ¿La legitima poniéndole el rostro? Si, lo hace.

He trabajado de manera independiente y con instituciones públicas. No tengo culpa ni la voy a tener porque no soy religiosa y vivo en una democracia delegativa, hago lo que puedo pero hay límites que son éticos.

¿Cuál es la solución? Políticas culturales dignas. El mercado nunca es una solución. ¿Es un problema de los gobiernos? Si y no. ¿Es un problema no poder acceder y sostener una educación autónoma sobre crítica de artes y formas de la cultura contemporáneas? Si, ese es el primer problema y depende de los poderes, no de los gobiernos. Los gobiernos ablandan o profundizan la violencia, aún no han podido construir otra forma de política por fuera de la representación.

Las fundaciones desembarcaron con su forma de gestión neoliberal del arte y comenzaron a enseñar que nuestros mayores espacios de libertad se pueden transformar en productos consumibles y transparentes a partir del marketing.

Recuerdo cuando me invitaron a un evento de innovación social y me negué a participar porque era una evidente pantalla de coaching en un recinto educativo público. No soy transparente, defiendo la autonomía, laicidad y gratuidad de la educación pública y la cultura. No me gusta la transparencia ni figurar sin una idea a exponer. La transparencia suele generarme el recuerdo de los gestos de Mussolini o Stalin, Trump, Temer, Macri, Pacheco, Novick, Lacalle Pou, Tabaré y el veto al aborto, la represión en Codicen…

¿Era necesaria la foto? Evidentemente para él y para mucha gente si. Para mi no.

En esta época espectacular es necesario figurar, aparecer, mostrarse, estar, decir qué lees, que no leés, que hacés, que comés, como cagás, como garchás, como, como, como… es necesario exponer todo para trabajar para la burbuja virtual, todo se tiene que saber en la sociedad que -paradógicamente- huye de lo que implica el saber y la duda.

¿Me interesa qué lee un actor que ni siquiera conozco más que por películas y obras de teatro? No. Las películas son buenas, no me interesa saber qué lee porque para mi no es un referente a seguir porque no me interesa esa política de cuadros, íconos, fetiches. Leo lo que deseo y puedo.

Si para saber qué lee un actor consagrado tengo que mirar la web de la fundación de cultura de un banco, prefiero no hacerlo. No es necesario transparentar todo como tampoco es necesario que un artista se exponga a crear esa visualidad para un banco. ¿Lo hace para sobrevivir? Asumo que si, pero hay millones de formas posibles.

Y si, es un problema político. Lo personal es político y tengo en claro que mis composiciones sonoro-visuales se pueden traducir de alguna manera porque trabajo en ello. La potencia de su resonancia siempre me sorprende porque es una pregunta ética por la política de mi intimidad: soy una artista que estudia ética. No pretendan que no deconstruya aquello a lo que le dedico mi existencia. No busquen obsecuencia y silencio en mi.

Dificulto que algún día logre sentir que el precio que se paga por mis obras sea el adecuado. Quizá ese día me dedique solamente a escucharlas y ya no desee compartirlas. Quizá por eso libero mis obras luego de escribirlas, estrenarlas o exponerlas. Quizá cobro mis clases autónomas según un criterio lógico y el diálogo sobre el trueque emerge. Quizá quienes hacen mis curadurías son artistas con quienes nos potenciamos para no invisibilizar a nadie. Quizá no trabajo en ficciones que no me desafían. Quizá hago curadurías por el sólo hecho de gozar el compartir un proceso artístico. Quizá laburo en la calle y me expongo. Si, me expongo por cuestiones éticas. Si, escribo filosofía por cuestiones éticas. No me expongo a todo, no expondría mis lecturas y mi imagen para un banco. No lo hago y no lo haría. Tampoco trabajo con directores violentos, actores que quieran enseñarme a dirigir y personajes obsoletos con olor a teatro burgués. Quizá no me interesan los precios porque hay actos que no se compran. Por ahora me gustan las criptomonedas y uso los espacios para hackearlos como puedo, sola o en manada.

¿Acaso realmente piensan que no sabemos ser estratégicas? Somos estratégicas pero no compitiendo, lo somos de una manera que ni imaginan, será por eso que devenimos delincuentes monstruosas frente a los amos religiosos y nos encierran las corporaciones médicas.

¿Un banco es hackeable? Si y no. Lo es, pero no de esa manera. Las raras no somos sumisas y estamos inventando todo el tiempo, creamos nuestras ficciones, no somos vanguardia ni buscamos utopías. Lo libertario no es el descontrol del tumulto ni el mártir sacrificial, es la precaria libertad de saberte y elegirte loca y viva gracias a vos misma, todos los días.

Aceptar dar una sugerencia literaria para la gestión de la cultura patriarcal-capitalista es propaganda de la más transparente. Una cosa es darle una nota a la prensa hegemónica para visibilizar una obra, problema o postura política importante y otra muy distinta es trabajar para la imagen pública de un banco. Hay que hacerse cargo del tiempo histórico en el que se sobrevive y de la política de la visualidad que se genera con nuestra imagen en el espacio de lo público. Vivimos en un pueblo, la demagogia está de moda y de lo común no se habla. Le erramos pero acá nadie está pidiendo la cabeza de nadie porque eso es lo que denunciamos, acá se está exponiendo un problema público sobre el estado de nuestra cultura.

En vez de preguntarse qué lee Roberto Suárez, ¿nadie se pregunta qué hace Suárez laburando con Itaú? El arte y las financieras con sus fundaciones…”

Mis tres puntos generaron un evidente escozor en algunas personas. A mi me generó escozor que me llegará esa propaganda a modo de spam. Quizá porque “Herzog por Herzog” fue un libro que me gustó gracias al regalo que me hizo un amigo que estudia el teatro anarquista. Quizá porque ese amigo fue el primer académico y crítico de teatro que se la jugó a reconocer mi escritura cuando edité mi primer libro en una editorial autogestionada del otro lado del río mientras en este país las obras siguen en manos de las cámaras corporativas. Quizá porque un obra de teatro que escribí hace cuatro años se estrena en otro país en pocos días porque acá no he podido sostener económicamente los procesos que implica un montaje digno. Quizá porque nos denuncian y nos cierran los centros culturales autogestionados del oeste. Quizá porque ese amigo ha sido de los pocos que sabe lo difícil que es para mi ser directora y hacer mis prácticas en una región-mundo donde el patriarcado-capitalista nos destruye todos los días. Quizá porque hay varones que realmente se deconstruyen y devienen antipatriarcales es que se visibiliza que los procesos de otros señores son bastante más lentos y llaman la atención generando decepciones políticas.

¡Váyanse, lacayos colonialistas!

Publicada el 2018/01/18 por Femijedi

Que buen culo que tenés. Lo interesante son las tetas de las performers. Es fácil ser buena directora si tenés esas tetas. Para mi lo mejor que hacés es el casting porque están todas buenas. Vas a aparecer tirada en una zanja, cuidate, deja de hacer esas cosas. Vos te hacés respetar, sos muy masculina, está bueno eso. Que bueno que no se armó quilombo en el equipo, son demasiadas mujeres. Te felicito, hablaste bien, no dijiste esas boludeces de minita. Eso que hacés es muy de minita. Por más que estás re loca, te luciste. Vos no podés llegar a ningún lugar de toma de decisiones porque sos muy loca. Vos no podés estudiar eso porque es para otra clase social.

No podés traer a tu madre acá, no va a entender nada. ¿Y cuánto cobrás? ¿Y por qué en vez de quejarte no changas y listo? Es más fácil. Dejá de quejarte, eso que vos hacés no es arte. Dejá de quejarte, eso que vos hacés no vale nada. Dejá de quejarte, eso que vos hacés no vale guita. Dejá de quejarte, nadie te va a regalar nada porque seas minita. No sé por qué hacés eso, en vez de casarte de una vez y tener hijos. Las minitas de las campanas parecen unos soretes blancos. Estas feminazis que insultan a Cristo son resabios de Salem. Tus obras no me representan, hay que demostrar que sos buena. Vos no sos dramaturga hasta que te estrenen, no importa lo que escribas. Eso no es ficción poética, eso es otra cosa, por algo acá no lo publican. Sos muy buena actriz pero con tu altura no vas a trabajar nunca. Sos muy buena actriz pero no estudiaste en la Emad, no vas a trabajar nunca. Pasa que si no pagás para hacer la escuela de la institución no podés formar parte del elenco.

Pasa que para programar en un espacio oficial tenés que tener cuña, viste como es. Pasa que el lobby es bravo, a las minitas les sirve cuando se cogen a alguien, vos sabés. Esto lo lograste porque estás buena, sino nadie te daría bola con esa estupidez. ¿Por qué te teñiste el pelo así? Ese color es de cante, eso te caga la obra. Para mi estás re loca, me da igual lo que hagas. Vos hacés performance por eso nunca vas a dirigir en el teatro, no van a confiar en vos. ¿Por qué no te dedicas al teatro de texto y te dejas de joder con eso de la calle? Si querés hacer teatro, hacelo a pulmón, el Estado no tiene por qué darles nada. Pasa que viste, los concursos suelen tener preferidos y vos no tenés a nadie ahí. No entiendo por qué te metés con la Iglesia con todo lo que hacen por los pobres. Vos sos resentida por eso te quejas tanto. Sos una pelotuda, no podés hablar mal del Estado en este contexto.

Sos muy boba, eso no es maltrato, son sus formas, él es así. Sos muy boba, eso no es maltrato, sos sus formas, ella es así. Sos una imbécil, jodete si te boludean, vos te exponés sola. Deberías aprender a callarte, seguro mudita sos mejor. Deberías ser seria como los politólogos de la tele, eso que hacés es cualquier cosa. ¿Pensaste que ibas a joder en la calle y el Estado no iba a hacer nada?

No entiendo por qué la Junta declara de interés esa obra, esas feminazis son peligrosas. Vas a ver, así empezás y dentro de poco te desaparecen, después a llorar al cuartito. Yo que vos me quedo quieta. ¿Con cuántos te acostate para salir en la tele? Vos seguro que sos torta, sino no harías esas cosas en la calle. Vos seguro que sos torta, seguro que te cogiste alguna de las pibas de la obra.

¿Y cuándo vas a hacer teatro así te puedo ver en tetas? Vos no actúas en teatro porque te hacés la fifi, tenés que agarrar cualquier personaje y dejar que el director te lleve a donde él quiera, no importa lo que diga el texto. Si aceptaste la reunión es porque querías coger, sino no te entiendo.

Si aceptaste el casting era porque querías mostrarte, ahora banca, nena, deja de hacerte la estrella. Dale, caminá para allá, levantá un poco más la cola así puedo ver cómo te queda el personaje. Dejen que hable la nena que sino se queja. Dejen que hable que sino es machismo. No sé cómo hacés para trabajar con tantas mujeres, debe ser re jodido. ¿Vos creaste esa obra sola? ¿Vos dirigís sola? ¿Vos dirigís sola a tanta gente? Vos estás loca, no podés dirigir gente. Lo que pasa que eso que vos hacés no necesita dinero. ¿Qué sabés vos del Estado? Las minas se creen que porque estudian una carrera pueden opinar. Vos no podés hablar de las elecciones porque para eso es mejor un politólogo, dan más serios. Jodete, vos decidiste hacer eso en la puerta de la Iglesia, ellos te pueden decir cualquier cosa. ¿Pensás que si no estuvieras buena te habrían publicado esos artículos?

No me hables como mina, hablame normal que no te entiendo. Ay, eso del patriarcado es demodé, no podemos pensar en eso en el campo del arte, es vetusto. Me gusta tu pelo porque es como de hombre. Pasa que vos sos muy feminista, eso genera rechazo en la gente que te puede dar laburo.

Sos una ultra, a veces pareces trotska. Para mi sos demasiado intensa y a la gente eso le da miedo, tenés que bajar un poco. Yo no entiendo por qué no te dedicas a trabajar y te dejas de joder con eso del feminismo. Calláte, sos muy anarca. Señora, la estoy llamando del ministerio del interior, ¿por qué va a hacer su obra? Señora, soy de inteligencia, me mandaron para cuidarla. ¿Vos pretendés vivir del arte?

 

///

 

Una comedia francesa frente a la violencia patriarcal, esa es la respuesta del teatro capitalista occidental ante nuestras muertes. Y muchos siervos dispuestos a darle cuerpo a sus ficciones transparentes.

 

///

 

El estado del teatro uruguayo es la vida imagen del conservadurismo rancio del patriarcado-capitalista, es la transparencia de la élite letrada gozosa en su regodeo banal que espectaculariza a la violencia más cruel. Esos «artistas» son serviles. Ustedes están representando la muerte de nuestra cultura. Ustedes silencian. Las emociones catárticas que generan no son más que ansias de evasión de un espectador consumista.

Son obsecuentes.

Lo que deberían hacer es irse, irse lejos, muy lejos. Liberar nuestros precarios oídos de escuchar sonidos tan ácidos. Liberar nuestra piel de tener que sostener la posibilidad de su presencia. Liberar nuestras las salas y lo público de su arte putrefacto, de sus palabras muertas. Deberían irse lejos y dejar de crear ese olor a detergente de comerciales de televisión canal de aire hegemónico, de novela de la Globo, de chiste mezquino, barato, de fábrica que explota niñas, niños, hijos de pueblos originarios que pagaron con sangre los clavos que sostienen sus teatros. Deberían irse. Deberían cerrar todas «escuelas» en las que venden entretenimiento y dogma. ¡Váyanse! Para que podamos crear sin saber de su existencia. Las mujeres, las discas, los putos, las travas, las locas, las negras, las gordas, las marikas, las indígenes, las tortas y todas las degeneradas salvajes de sus peores pesadillas. Todas esas que tomamos las calles para hacer arte, para crear música, vida.

Váyanse, ustedes y todo su espectáculo ilustre, ilustrado, sumiso, cristiano, tolerante, liberal.

Todas las gordas no vamos a verlos. Las locas no nos acotamos a espacios físicos para crear nuestros mundos sensibles y hacer política. Y no vamos a sus escuelas porque trabajamos y no tenemos tanto tiempo disponible para “ensayar” el “repertorio” de quién sabe quién que quiere montar la “muestrita de fin de año” jugando a ser “el maestro” de alguien.

Educación autónoma, laica, pública y gratuita no significa «prueba de admisión» y todas las tatuadas que nunca «damos los personajes» creamos las escenas más crueles que se puedan imaginar. Porque las vivimos, las sabemos, las tenemos aún resonando en el cuerpo.

¿Qué quieren venir a decir estos señores? ¿Desde qué lugar hablan? ¿Cuánto dinero se gana jugando a ser un “señor bien” hablando de lo “mal que están las mujeres”? ¿Cuánta nausea más habrá que soportar de un campo teatral inflamado de lobby y amiguismo patriarcal?

Estamos cansadas. Todas estamos cansadas. Todas las abusadas en un set de filmación, todas las tratadas de “taradas” porque las actrices “tienen que hacer lo que dice el director”, todas las extras precarizadas, todas las “técnicas” ninguneadas porque alguien se erige en amo.

¡Váyanse lejos, con todos sus amigos, los curas! Sigan siendo pastores de otros rebaños que acá no necesitamos arte didáctico ni frivolidad burguesa. Piérdanse. Escóndanse. Váyanse lejos. Olvídense de este lugar.

Váyanse con su teatro competitivo a una isla. Mejor aún, armen un country que les vendría bien terminar de transparentar el tufo a neoliberalismo newage que expone toda la mierda de su teatro. Enrédense en su mierda.

Acá no hay más lugar, acá nos matan y ustedes se creen con el derecho de banalizar nuestro dolor. Ustedes señores, cada uno y una del campo teatral que omita exponer su opinión seriamente en contra de este infame acto de burla hacia las artistas y todo el movimiento feminista, sepa que en mi no encontrará silencio, sino furia, de la más molesta frente a la careta del amo transparente, sepa que yo le daré vuelta la cara en la calle y no me gustará que presencie ninguna de mis obras. Porque no decir también es decir y cuando el silencio reina frente a la desidia generalizada es necesario gritar fuerte y que todos se molesten y quizá, al menos, alguien piense que la bruja loca dice algo que quizá es necesario escuchar.

Si necesitan dinero y se van a vender, al menos háganlo con un poco más de inteligencia, recuerdan a esos jardines de fantasía que construían los nazis para hacer que la disidencia experimentara lo teatral de la puesta en escena de su tortura. De dinero sabemos nosotras, las putas feministas extranjeras que vendemos nuestros cuerpos para poder estudiar lo que por «derecho» sólo pueden estudiar ustedes. Las mujeres, las que no podíamos actuar, actuamos y mucho, todos, todos los días y ustedes, señores «artistas», no saben nada de lo que es la existencia.

Son rancios como Cacho de la Cruz y Cacho Castaña,como Victoria Rodríguez y Moría Casan y Mirtha Legrand. Son Susanas Giménez uruguayas disfrazadas de terciopelo enmohecido.

Ustedes dan asco frente a nuestras muertes y nosotras no nos quedamos calladas, sean del país que sean, los amos siempre operan de la misma manera: esclavismo, explotación, encierro, patología, castigo, burla, genocidio, exterminio y su humor. Que no es el nuestro, porque nuestro humor sale de ese dolor y es lo que nos da las alas de subversión para devenir fieras y reventar todas las bombas de las armas de guerra con las que envenenan a nuestras mulas y lo hacemos con música, sin matar a nadie, con tierra, con deserción de toda la mierda que ustedes generan.

¡Váyanse, lacayos colonialistas!

///

Funciona gracias a WordPress | Tema: micro, desarrollado por DevriX.